lunes, 4 de junio de 2007

¿Trabajo precario? Sin novedad

En la sección de Economía de El País, de 3 de junio de 2007, podemos leer la siguiente noticia de Andrea Rizzi: "Una juventud capeando el temporal".

Este artículo se hace eco del último estudio de la OCDE (organización que integra a los 30 países más desarrollados del mundo) sobre el mercado laboral. En dicho informe, nuestro país no queda muy bien parado. A pesar de los resultados positivos de la reforma laboral del Gobierno (con un aumento significativo en los contratos indefinidos y un leve descenso en los contratos temporales) que entró en vigor en julio de 2006. Para muestra, los siguientes datos:

-1 de cada 3 trabajadores españoles trabaja en precario.

-En el ámbito de los jóvenes, los datos son todavía más desangeladores. La tasa de temporalidad juvenil es del 60%, el doble de la media de la OCDE. Sólo Polonia tiene unos registros peores a los de España.

-Y como colofón a todo este despropósito, el 60% de los licenciados españoles se emplea en trabajos que poco o nada tienen que ver con lo que estudiaron.

Vamos, como para leer esto en una tranquila mañana de domingo después de haber desayunado. Si añadimos la información de hace unos días en la que se destacaba que la diferencia salarial entre personas con carrera universitaria y personas que no han cursado estudios superiores se ha reducido en un 40% en los últimos diez años, directamente nos da un corte de digestión.

En relación con los dos últimos datos (obviando el corte de digestión, ya depende del estómago de cada uno), nos encontramos con que la Universidad española no se ha adaptado en absoluto a las necesidades del mercado laboral.

Este tema no tiene, aparentemente, apenas relación con la temática de este espacio, pero he querido introducirlo a colación de las entradas de 20 de abril y de 22 de mayo del blog de Álvaro Cabezas en las que llamaba la atención sobre el descenso de alumnos matriculados en las titulaciones de Biblioteconomía y Documentación. Representan una llamada de socorro muy bien documentada para que los dirigentes a quienes les compete, tomen cartas en el asunto y solucionen la actual situación.

El descenso en la matriculación es algo generalizado a todas las carreras universitarias. Pero, en mi opinión, no tiene que ver (a pesar de la realidad tan cambiante que nos rodea) tanto con la inadecuación de los planes de estudio al mercado laboral. Desgraciadamente, creo que tiene que ver, en general (con todas las equivocaciones que puede implicar una generalización), con algo mucho más natural: el reducido nivel de nacimientos que tiene este país desde hace algo más de dos décadas.

Y digo desgraciadamente porque, como apuntaba en mi post de 2 de mayo "Cantinelas universitarias..." la sociedad española sigue padeciendo una titulitis crónica de efectos devastadores. Sigo viendo el campus de mi ciudad repleto de estudiantes que si conocieran todos estos datos anteriores, dudo mucho que tomaran la decisión de ingresar en la universidad. Quizá me equivoque, pero creo que tomarían la opción de la formación profesional. Aunque también es cierto que se vive muy bien varios años en la universidad.

No sé hasta cuando permanecerá esta situación insólita, en la que la sociedad española no acaba de darse cuenta de lo vetusta que está la Universidad, de la enorme pérdida de dinero y tiempo que supone. Y me duele mucho decir esto, porque soy licenciado (yo también caí en la trampa). Es urgente que la Universidad tome decisiones valientes y se adapte a los nuevos tiempos. Esperemos que al igual que Antonio González, secretario general de Empleo, los dirigentes del MEC y de las universidades tomen conciencia de que hay que redefinir algunas (o muchas) carreras universitarias. Qué mejor oportunidad que la entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Es un tren que no podemos perder.

Un saludo cordial.

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