lunes, 24 de septiembre de 2007

Gestión de documentos electrónicos: algunas definiciones

Definición de documento: contenedor de información, es decir, cualquier soporte que hace posible organizar, presentar y gestionar información relativa a un hecho, una persona o una temática determinada (Michael Buckland).

Para que tengamos un documento electrónico basta con que el anterior documento se encuentre físicamente almacenado en un dispositivo o unidad de almacenamiento electrónicos.


Las organizaciones privadas, del mismo modo que las instituciones públicas, se han visto obligadas a implementar software de gestión de documentos electrónicos que permite describir las principales características de éstos: tipo de documento, autor, aplicación con que fue creado, etc.

Resulta muy interesante el matiz entre gestión de documentos electrónicos y de conocimiento. Ésta última se refiere a los documentos que, a través de la experiencia adquirida, resultan realmente valiosos y que es necesario que los trabajadores conozcan, ya que es necesario para el buen funcionamiento de la organización.


Definición de registro: todo documento que emplea una organización. Existen tres tipos de registros:

-Personales: de uso individual de algún empleado. Si se difunde por la intranet de la empresa, pasa a ser corporativo.

-Transitorios: borradores de posibles documentos oficiales.

-Oficiales: documentos definitivos como versiones finales de proyectos, mensajes decisivos de correo electrónico (lo subrayo porque considero muy importante esta consideración, los e-mails pueden ser documentos de gran relevancia y, por ello, merecen ser conservados con el mismo cuidado que un informe o una correspondencia física).


El manejo de grandes volúmenes de información por parte de las empresas ha dado mayor relevancia a la gestión de archivos, haciendo que el personal dedicado a esta tarea pase a trabajar conjuntamente con otras áreas de las organizaciones, debido a la conciencia que se ha tomado de la importancia de una buena gestión de los registros.

Muchas organizaciones siguen sin tener políticas de conversión de los documentos electrónicos en registros porque no han percibido la necesidad de disponer de un archivo electrónico. Ya es algo esencial sistematizar las políticas de gestión de la documentación (tanto impresa como electrónica) en la organización. Es muy posible que haya empresas que fracasen, en un principio, en esta labor por no haber tenido previamente una sólida política de gestión de la documentación en forma tradicional. Pero es un paso que finalmente tendrán que realizar.


Las definiciones y nociones aquí recogidas han sido extraídas de un interesante artículo de Alexeis García Pérez. Aquí dejó el link a dicho texto:

GARCÍA PÉREZ, Alexeis. "La gestión de documentos electrónicos como respuesta a las nuevas condiciones del entorno de información"

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Para saber más sobre Open Access

Creo que es de mucha utilidad para este tema el proyecto de final de Carrera de Mercé Millet Fuster, realizado en la Universidad Politécnica de Valencia. Su trabajo se titula: “Tendencias actuales en comunicación científica y transferencia del conocimiento: E-LIS, E-prints in Library and Information Science".


Se ofrece una perspectiva general del Open Access, su impacto en la comunidad científica, su lado filosófico (principios que lo motivan), incluyendo su evolución temporal, y también su lado tecnológico (el protocolo OAI-PMH, cómo se crean los archivos abiertos, el software que se utiliza, los metadatos, etc.). Se pone como ejemplo de Archivo abierto E-LIS, dedicado a la producción científica emanada de la investigación en el ámbito de la Biblioteconomía, Documentación, Archivística, o lo que los anglosajones resumen pragmáticamente en Ciencias de la Información. Se hace un estudio detallado de esta iniciativa, analizando su funcionamiento, así como también sus defectos y elementos a mejorar.

Del mismo modo se analiza pormenorizadamente un aspecto tan esencial para el funcionamiento de estos archivos como son los metadatos (algo que hace unos años nos sonaba un poco a trabalenguas o, en todo caso, a una “cosa rara”).

Por último, se disponen los resultados del trabajo, unas conclusiones y un interesante anexo bibliográfico y documentos empleados para la realización del estudio.

El lenguaje puede ser muy técnico (es lo propio de un trabajo de investigación), pero se puede leer sin problemas.


Un saludo cordial.


Referencia bibliográfica:

-MILLET FUSTER, Mercé. “Tendencias actuales en comunicación científica y transferencia del conocimiento: E-LIS, E-prints in Library and Information Science”

Nota: la imagen ha sido extraída de http://www.openarchives.org/

viernes, 14 de septiembre de 2007

“Dublineses”, de James Joyce

Para el ilustre escritor irlandés puede aplicarse sin problema el dicho bíblico “nadie es profeta en su tierra”. O como dijo el poeta mexicano Octavio Paz: “ninguna sociedad acepta a sus escritores hasta que ha asimilido lo que dijeron”. Sin duda que James Joyce fue una persona de carácter difícil, que vivió en un contexto personal y un momento histórico no menos complicados.

Pero no se puede obviar que James Joyce fue un irlandés atípico para su tiempo por tres razones principales:

  • A edad temprana, ya renegó de la religión católico, algo impensable en la sociedad irlandesa, imbuida en el catolicismo. Incluso, en una carta de 1904 enviada a su amada Nora Barnacle, afirma que se propone combatir la fe católica.

  • Asimismo, se aparta de la política dentro de una sociedad nacionalista como la irlandesa, que luchaba con todas sus fuerzas por lograr la independencia y sacudirse el pesado yugo del Imperio Británico.

  • Y, además, reivindica el inglés como su lengua materna, en detrimento del gaélico, idioma que considera readaptado y promovido artificialmente por la búsqueda nacionalista de una identidad irlandesa.


Es decir, “tenía todas las papeletas” para ser un personaje incomprendido en su país. Y así fue. También hay que decir que tuvo una personalidad egoísta y megalómana. Aunque, para ser justos, hay que mencionar que fue un buen hijo. Testimonio de ello es su regreso a Dublín desde Francia en 1903 para cuidar a su madre que se encontraba enferma de cáncer. A pesar de que la relación con sus padres (de firme fe católica) no era del todo buena. Además, el fallecimiento de su madre le produjo una enorme pena que provocó que cayera en el alcoholismo y que vagara durante algún tiempo por los bajos fondos de Dublín. Realmente fue una experiencia que marcó su vida de forma indeleble.

No es mi intención realizar aquí un relato biográfico de J. Joyce, simplemente mostrar sus principales rasgos, que tienen un reflejo directo en sus obras.


Dublín fue el motivo principal de sus libros, casi todo lo que escribe tiene relación directa con ella, la ciudad a la que tanto odio y, a la vez, tanto amó. Díscola y peculiar relación. El libro que quiero comentar es “Dubliners” (“Dublineses”). A través del mismo, Joyce nos muestra diferentes instantáneas, estampas de la vida de Dublín y de sus ciudadanos. Son pequeños relatos de la realidad vital de ciertos personajes tomados repentinamente durante unas horas, unos días, tras lo cual sus vidas vuelven a difuminarse entre la niebla de una fría noche otoñal y sólo podemos imaginar que será de ellos. Es un pequeño libro ya que no alcanza las doscientas páginas, mas su contenido es realmente enjundioso.

Joyce nos enseña una sociedad dublinesa encayada, que no avanza, paralizada por la religión y la decisiva influencia de la Iglesia Católica, las costumbres ancestrales y las convenciones. Y ello ocultado en parte bajo la pátina del bullicio y la alegría de las tabernas, y un nacionalismo emergente, saliendo por los poros de la piel de todo “buen irlandés”. Joyce no entraba dentro de este patrón salvo, como él mismo decía, en que era un amante de la bebida.


Todos los relatos del libro son reflejo, directa o indirectamente, de su propia vida y de sus propios sentimientos. Y precisamente el que realice tantas alusiones a la vida real y cotidiana de Dublín le lleva al exilio, ya que sus conciudadanos no pueden soportar las críticas de Joyce, un escritor que siempre “se mojaba” y decía lo que pensaba, sin pensar en las consecuencias que tendría. El resultado fue que se tuvo que exiliar y mientras vivió, los irlandeses no le perdonaron que escribiese con independencia, sin tener en cuenta el nacionalismo, y mucho menos aún la religión católica.


El principal y más conmovedor de los relatos es el último, “Los muertos”. Una típica celebración de Navidad, en la que participa la clase liberal y burguesa de Dublín es sólo la excusa para mostrar algo mucho más profundo. Un sentimiento de fatalidad y de intensa infelicidad parece subyacer como el espíritu que impregna la visión del autor respecto a Dublín y sus habitantes.

El personaje Gabriel dice que es imposible asir la realidad, lo que Joyce buscaba como verdad a través de las palabras, y cuando se logra es por mera casualidad, como una revelación momentánea e inesperada, como una epifanía.


Pero el escritor, mediante ésta y las demás historias, nos señala varios elementos característicos del dublinés de su tiempo (son únicamente mis apreciaciones, lo que he logrado captar):

  • El valor de la palabra dada.

  • El amor a la tierra y a la familia, aunque duela.

  • La resignación cristiana, saber sobrellevar una existencia sufrida.

  • Filiación por lo continental, especialmente lo venido de Francia. En contraposición, odio hacia lo inglés, sin que por ello se dejen de admirar la caballerosidad y los modales ingleses.

  • Hay una clara distinción entre el rol masculino y el rol femenino: el gusto por la embriaguez, por las tabernas nocturnas, el bravuconeo y la conversación con los amigos de copas representan al hombre de clase media-baja. Se muestra al señor Farrington como un hombre descuidado en el trabajo, algo pendenciero, con un gran orgullo, que sólo sabe arreglar sus fracasos con la bebida, y paga sus decepciones con sus hijos.

    En cambio, la mujer irlandesa se muestra como el pilar de la familia, responsable y ejemplo de beatitud y severidad católica.

    Tampoco hay que olvidar que, hace un siglo, Irlanda no era el país próspero que ahora es. La emigración era un suceso cotidiano, y la pobreza llevaba a muchas personas al alcoholismo.

  • El puritanismo católico invade la mentalidad de la sociedad irlandesa. Dublín es una ciudad pequeña donde todo el mundo se conoce, donde cualquier desliz puede echar al traste la reputación que ha costado labrarse mucho tiempo, donde la dignidad y el honor son los bienes más preciados.

    El personaje Chandler no se siente satisfecho, piensa que no ha triunfado en la vida como debiera a causa de su timidez y de su conciencia católica. Incluso se arrepiente de lo que ha logrado tras muchos años de esfuerzo, su trabajo, su estilo de vivir, su matrimonio, etc. Se compara inevitablemente con su amigo Gallaher (que podría ser perfectamente el propio Joyce), un triunfador que marchó a Londres siendo joven y vuelve a Dublín convertido en un afamado periodista, con dinero, éxito con las mujeres y conocedor de mundo.

  • La independencia de Irlanda se identifica con la libertad, con la ansiada libertad del pueblo irlandés, que desea quitarse de encima el pesado yugo inglés.

    Pero los nacionalistas irlandeses más elementos para justificar su posición política (que ya comparten sus paisanos). De ahí que revistan el nacionalismo irlandés con:

    -La evocación del mítico y glorioso pasado celta (Erin).

    -El gaélico como la lengua propiamente irlandesa.

    Asimismo, se recuerda la figura del histórico político irlandés Charles Stuart Parnell, que había pedido a la Cámara de los Comunes de Londres la puesta en consideración de un estatuto de autonomía para Irlanda (Home Rule). La propuesta fue rechazada. Posteriormente, además, los nacionalistas irlandeses provocaron la caída definitiva de Parnell del escenario político, al considerar muy tímida su postura política. Hay que tener en cuenta que cualquier contacto con algo británico y cualquier solución de compromiso (como el “Home Rule”, que no satisfacía ni de lejos las aspiraciones de los nacionalistas) es interpretado como una traición a Irlanda.

  • La convivencia entre católicos y protestantes es siempre tensa. Desde luego, si un protestante quería casarse con una mujer católica, ineludiblemente había de convertirse al catolicismo. De todos modos, la mentalidad protestante persistía, sin ser ello obstáculo para la relación de pareja.

  • El autor también abarca el mundo espiritual, a pesar de haber abandonado el catolicismo y declarar su ateísmo. Describe muy detalladamente el retiro espiritual de un grupo de comerciantes católicos para expiar sus pecados. El discurso del sacerdote es realmente lúcido: todos nos equivocamos sea cual sea el credo que tengamos, porque somos humanos. Ese parece ser el mensaje que quiere enviar el escritor.


En fin, regresando al comienzo de este breve texto, Joyce tuvo que esperar a su muerte para que sus compatriotas le reconociesen su gran talento y aceptasen sus otras verdades (con una mirada mucho más extensa, internacional, que sus paisanos contemporáneos no supieron comprender). Parece que casi siempre se hace justicia tarde, sobre todo con los grandes escritores. Ahora tan reconocido es que se ha convertido en un símbolo de lo irlandés (James, probablemente, se hubiera restregado los ojos una y mil veces y seguiría sin creerlo), y testimonio de ello es su estatua emplazada en pleno centro dublinés, el James Joyce Museum, las rutas turístico-literarios que se realizan siguiendo los principales pasajes de su obra cumbre, “Ulises”, la celebración del “Bloomsday” el 16 de junio, recordando al literario Leophold Bloom, etc. De hecho, se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de Dublín.


También hubiera satisfecho sobremanera al escritor irlandés y a su espíritu de amplios horizontes la creación de Asociaciones literarias dedicadas al estudio de su obra, desde Melbourne hasta New York, pasando por nuestro país. J. Joyce es un testimonio espléndido de cómo la razón acaba por vencer al fanatismo. Querido amig@, disfruta de “Dubliners”, un libro para leer a pequeños sorbos, como se bebe el buen té. Estoy seguro de que no te arrepentirás.


Un saludo cordial.


Nota:
la foto ha sido extraída de la página web www.virtualtourist.com

Enlaces sobre la obra y figura de James Joyce:

-James Joyce Centre

-Zurich James Joyce Foundation

-Asociación Española James Joyce

-El océano del caos: biografías, comentario y obras del autor, con especial atención a "Ulises"

martes, 11 de septiembre de 2007

¿Resucitan las bibliotecas públicas de Orense?

Hace varios días entré en la web de La Voz de Galicia y casualmente encontré la siguiente noticia: “Los niños resucitan las bibliotecas”.

En principio, me dio alegría ver que las bibliotecas públicas están presentes en los medios de comunicación, al menos de vez en cuando. La noticia parecía ser muy positiva: qué mejor que unas bibliotecas inactivas sean reactivadas y, además, por los niños.


Sin embargo, tras haber echado un primer vistazo a la información, te fijas un poco más y te das cuenta de que no tiene mucho que ver directamente con el mundo bibliotecario. Simplemente han terminado las vacaciones y mucho padres no tienen dónde dejar a sus hijos (no deja de ser un problema, en todo caso). Pues bien, la Concejalía de Cultura del municipio de Orense busca una solución y piensa: ¿no tenemos unos locales llamados bibliotecas que apenas usan los ciudadanos y que están cerrados por las tardes? ¿por qué no los utilizamos para dar cabida a los niños desde el 20 de agosto hasta que comiencen las clases a mediados de septiembre?


Pongámonos en el mejor de los casos: se trata de una iniciativa para resucitar las bibliotecas coyunturalmente. Pero si las actividades que se realizan no son llevadas a cabo por bibliotecarios sino por el personal que posteriormente va a ocuparse de las actividades extraescolares en los centros de enseñanza, ¿qué tipo de “resurrección” es ésta? Sinceramente, se me antoja que esto es más bien convertir las bibliotecas en guarderías durante las tardes más que otra cosa. De hecho, ya da la sensación de que muchos institutos y colegios se han convertido en enormes guarderías donde un porcentaje importante de los padres dejan a los niños para poder irse tranquilos al trabajo, sin importar tanto que aprendan o no, sino si aprueban o suspenden. Pero esto ya es otro extenso y profundo tema.


Volviendo a la cuestión que aquí atañe, ¿es la función de las bibliotecas públicas ejercer de guarderías? Yo pienso que no aunque, como se suele decir, “con el tiempo y una caña” todo puede cambiar. En todo caso, no me parece el camino correcto para promocionar las bibliotecas. Algo muy diferente es que haya personal bibliotecario dedicado a la sección infantil y que los padres vayan con los niños a aprender a divertirse con la lectura, o simplemente a jugar en la ludoteca.

Pero yendo a la esencia del titular de la noticia: los niños resucitan las bibliotecas. Si las resucitan, ¿eso quiere decir que estaban muertas y que cuando vuelva el período lectivo volverán a vegetar? En ese caso, ¡vaya gestión se está haciendo de las bibliotecas públicas!

En conclusión, me he acabado dando cuenta de que lo que, a priori era una buena noticia, realmente escondía una realidad muy penosa. Es la sensación que me queda, si bien no tengo ni mucho menos suficientes fuentes para contrastar la noticia del periódico y puedo haberme equivocado en mi análisis. En ese caso, pido disculpas, no es mi intención ser injusto ni hacer juicios temerarios o a la ligera. Si algun@s orensan@s conocen la situación de las bibliotecas públicas en Orense, estaría muy agradecido de que me aclarasen la cuestión.


Un saludo cordial.

domingo, 2 de septiembre de 2007

¿Libros? En papel, por favor

Desde hace varios años, la irrupción de información en materiales no librarios y de los e-books parecía que significaba el principio del ocaso del libro tradicional. Y con ello se acercaba el momento en que los bibliófilos (en su sentido más amplio, no sólo los amantes ycoleccionistas de los ejemplares raros y preciosos) nos convirtiésemos en una “especie” en peligro de extinción.

Sin embargo, el tiempo pasa y le está dando la razón al libro. No vive por casualidad, sino porque está por inventarse aquello que aporte mayor satisfacción que la lectura de un libro de papel. Su textura, su tacto, su olor, su ruido al pasar las páginas, etc. sí que son el mejor hiperenlace hacia la evasión, la imaginación, la reflexión, el aprendizaje y el disfrute personal. En mi opinión, hay pocos placeres tan intensos como la lectura del “libro tradicional”; además de una actividad, un ejercicio de intimidad que creo sólo tiene parangón con una conversación serena y pausada con la pareja o con un buen amigo.


Y todo este “arranque” de romanticismo o sentimentalismo, ¿por qué? Desde luego, tiene su motivo. Hace unos días, Manuel González se hacía eco en un artículo (en Papel en blanco) de la polémica de las traducciones del último libro de la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling, y de la detención en Francia de un adolescente marsellés por haber traducido al francés la novela (que no llegará a Francia hasta el 27 de octubre; la traducción al castellano sólo estará disponible a partir de finales de este año). Pero, ciertamente, esto se trata de un asunto aislado. Sólo en el caso de libros de un éxito tan rotundo con la saga de Harry Potter se realizarán traducciones paralelas, no autorizadas. Nadie va a realizar semejante tarea habitualmente con todos los libros que salgan, simplemente porque exige mucho esfuerzo. Aunque, bien es cierto, que la mayoría de las traducciones a diversos idiomas han sido realizadas por grupos de fans de Harry Potter, que pueden haberse distribuido el trabajo.


De todos modos, la industria editorial no tiene razón alguna por la que ponerse a temblar. El libro ha sido uno de los mejores inventos realizados por el ser humano, no necesita electricidad para funcionar, es de fácil transporte, diseño compacto, etc.; no es casualidad que tenga miles de años. Por otro lado, no es mi intención hacer de adivino, ni mucho menos, sólo es una impresión propia: no creo que los e-books lleguen a desplazar al libro, por lo menos durante muchas décadas. Ya nos pasamos bastantes horas delante del ordenador como para ponernos delante de otra pantalla (más pequeña) a leer. Entre otras cosas porque considero que la mayoría de las personas entendemos el acto de leer un libro como una manera maravillosa de desconectar. No de desconectar obligatoriamente de la realidad (no todo lo que se lee es ficción y expone hechos agradables), si no de la rutina diaria.


Es cierto que la lectura ya no es patrimonio exclusivo del papel. En realidad, hay mucho más escrito en soportes diferentes. Esto ha implicado un cambio profundo en la función que juega el libro tradicional en la actualidad. Para todos los públicos, ha asumido el rol principal de objeto (realmente no me gusta esta palabra aplicada al libro) de ocio y esparcimiento, aunque sigue teniendo un posición clave en el ámbito científico de las Humanidades y las Ciencias Sociales. En cambio, en el ámbito científico general, el papel predominante ya lo tienen los recursos electrónicos, y el papel ha quedado en un segundo plano. En definitiva, el libro ha tenido que adaptarse a las múltiples transformaciones que han acaecido en la sociedad contemporánea, al igual que la inmensa mayoría de las cosas, pero sigue y seguirá teniendo una importancia crucial. No cabe duda que todo este “terremoto” ha tenido una repercusión palpable en las bibliotecas. Apenas hay que mirar quince años atrás para darnos cuenta de “cómo hemos cambiado”, y también nuestras bibliotecas.

Por otro lado, con los “libros tradicionales” tomamos conciencia de que el saber sí que ocupa lugar. Esta realidad nos pasa desapercibida con las memorias de los ordenadores, que pueden contener la Biblioteca de Alejandría y aún sobra disco duro para varias miles de bibliotecas más. Y a mí, como creo que a otra mucha gente, me gusta conservar la noción del lugar que ocupa el saber.


Parece que con tener unos medios tecnológicos impresionantes está todo hecho. Sin embargo, si no hay personas que sepan manejar estas máquinas y les den un contenido humano, ¿de qué sirven tanto ordenador, adsl, móvil, ipod, etc.? Posiblemente esta generación sea la que tiene más medios a su alcance, pero eso no hace que todas las personas de esta sociedad sean personas inteligentísimas. Lo que nos hace más conscientes, sensibles, razonables, críticos, instruidos es la lectura y la asimilación de lo que se lee. Si se tienen pocos medios pero se hace un uso óptimo de ellos, se puede llegar a ser una persona muy culta y consciente. Y viceversa, la mentablemente. No nos dejemos confundir por las TIC´s, no olvidemos lo esencial: el conocimiento no se adquiere por ósmosis. Para saber algo, habrá que seguir leyendo y haciendo el ejercicio de razonar. El aprendizaje sigue siendo una cuestión de esfuerzo. Otra cosa es que haya gente que quiera engañarse o engañarnos con las nuevas tecnologías. Por ejemplo, en los colegios e institutos ya se dispone de banda ancha y de aulas con un ordenador por alumno (es decir, una auténtica gozada, cómo me hubiese gustado tener a mano esos medios en su momento), sin embargo hay una infrautilización absoluta de toda esta tecnología. Pero este es otro tema que por sí solo daría lugar a un extenso debate.


En fin, el libro sigue teniendo una excelente salud y muchas satisfacciones que darnos. Por eso, si me preguntan: lectura, ¿tradicional o con pantalla?, yo respondo: en papel, por favor.


Un saludo cordial.


PD: supongo que esto debe ser una “deformación” propia de mi generación “híbrida”, me encanta el mundo de Internet, de los ordenadores, de sus enormes posibilidades y, a la vez, soy un acérrimo defensor del libro en papel. Creo que difícilmente sea capaz en un futuro de solucionar esta situación paradójica. Imagino que, como todos, tengo mis propias contradicciones.



La traducción del último libro de Harry Potter en los medios (como ejemplo):

-El Periódico. "Detenido en Francia un joven por traducir el último Harry Potter"

-La Voz de Galicia. "La traducción al español del último libro de Harry Potter ya está en la red"