jueves, 15 de octubre de 2009

"La verdadera historia de Jesús el Galileo", de Frederick L. Beynon (IV)

-Como dice el autor, los Concilios han sido utilizados por la Iglesia para dar a los textos evangélicos el significado que necesitaba en cada momento.

La Iglesia, por ejemplo, culpa a los judíos de la muerte de Cristo para justificar la separación de los cristianos de los judíos. ¿Cómo culpar a las autoridades romanas que luego instituirían el cristianismo como religión oficial del Imperio, habiendo recibido además el legado cultural, lingüístico y jurídico del Imperio Romano.

-Por otro lado, el autor afirma que fariseos y zelotas (corriente extremista) no se llevaban tan mal. En mi opinión, esto es más que discutible.

-Respecto a la crucifixión de Cristo: un hombre no mana sangre, al contrario de lo que le ocurrió a Jesús con el lanzazo del soldado romano.

Además, dicho lanzazo, al contrario de lo que sostiene la tradición cristiana, no atravesó ni mucho menos el corazón. De modo que Jesucristo fue descendido de la cruz con vida.

A todas estas conclusiones llegó el investigador católico Kurt Berna. Y son aceptadas ímplicitamente por el Papa Juan XXIII, en 1960, con el texto publicado en Le Observatore Romano “La salvación completa a través de la sangre de Cristo”.

-En el Evangelio de San Juan se dice que tras el descenso de la cruz, Nicodemo trajo un compuesto de mirra y óleos. Se trata de una medicina oriental, presente por ejemplo en el Canon de Avicena llamada Marham-I-Rosal (“el ungüento del profeta”), que cura las heridas y facilita la circulación de la sangre.

-Jesucristo prosigue sus actividades tras su “resurrección”, aunque ya sólo se dedica a alentar a los apóstoles, a aconsejarles, ya que no podía seguir siendo guerrillero.

-El autor presenta la figura de Pablo como un fariseo extremista, que luego se convierte en zelota, al que Jesús (que se oculta en Siria) le daría el bastón de mando para seguir levantando al pueblo hebreo contra el dominio romano. Pablo “iría” predicando por diferentes lugares dando la señal para el levantamiento de las insurrecciones. Nunca persiguió a sus hermanos.

-A mediados del siglo I d.C., siendo Ventilio Cumano gobernador de Judea, surge del movimiento zelota el grupo de extremistas de los sicarios (así llamados por la “sica” que utilizaban en sus asesinatos).

-En la insurrección hebrea de 132 d.C. participaron todos los estamentos y grupos judíos, al querer convertir el templo de Jerusalén en un templo de culto a Júpiter. La insurrección llevada a cabo por Simón-bar-Kochba fue apagada definitivamente en 135 d.C. A partir de entonces, los hebreos tendrían prohibida la entrada en Jerusalén y con ello da comienzo la diáspora judía.

-Jesús “el Galileo” no fue un personaje aislado en la historia del pueblo judío, sino que tuvo antecesores y sucesores (como hemos visto en el párrafo anterior) que, al igual que él, dedicaron su vida a la liberación del pueblo judío. Sí es cierto que predicó el amor, pero del mismo modo que el Antiguo Testamento. Y no predicó la resignación cristiana, sino todo lo contrario. Se pone del lado del débil para luchar contra el poderoso. Pero los Evangelios se escribieron no antes del siglo II d.C., y al poder civil le venía muy bien esa resignación para tener más sujeto al pueblo.

-El catolicismo desvirtuó el mensaje de Cristo. Y mantuvo al pueblo en la ignorancia mientras pudo. Luego, cuando esto ya no era posible, procuró hacerse dueña de la educación para contar y enseñar la verdad adulterada de los Evangelios. Pero aunque éstos fueran ciertos, ¿qué ha cumplido de ello la jerarquía católica?: ni la pobreza, ni la caridad, ni la humildad, etc. Y, además ha sido intolerante como ninguna otra religión.

Pero a toda esta falsedad de las jerarquías, están contestando los misioneros, los sacerdotes de barrios marginados y de aldeas, y las comunidades cristianas para responder a las necesidades del pueblo, que es a lo que Jesús realmente dedicó su vida.

Además, la Ciencia, poco a poco, ha ido desquitándose de la Iglesia y alumbrando la verdad, al menos la verdad científica (que es la única que conocemos) allí donde la Iglesia ofrecía ignorancia. Como decía Unamuno, sólo la fe que duda es fe y, por ello mismo, ahora la fe es más fe que nunca. Porque la fe que no duda es sólo fanatismo (sea la religión que sea), la lacra actual que tanto daño nos está causando.

lunes, 12 de octubre de 2009

"La verdadera historia de Jesús el Galileo" de Frederick L. Beynon (III)

-Creo que lo realmente valioso del libro son las dudas que plantea. Una de ellas (más bien una certeza) es que los Evangelios, e incluso los textos de Flavio Josefo, fueron amañados para dar un poder omnímodo al Papa. Motivo por el que muchos cristianos se apartaron y se siguen apartando de la jerarquía católica.

En cambio, resulta contradictorio que, al elaborar la figura de Jesús el Galileo, el autor se apoye en las partes de aquellos Evangelios que tanto había denostado anteriormente por su falsedad.

De lo que no hay duda es de que Jesús era judío, y si hablaba del cumplimiento firme de la Ley (mosaica), es imposible que deseara el abandono de la circuncisión o su sustitución por el bautismo.
Sí es un hecho probado el sufrimiento al que era sometido el pueblo judío, ante el que no podía permanecer insensible Jesús el Galileo.

-Se propone la hipótesis de que Juan “el Bautista” decidió convertirse en un mártir (al censurar repetidas veces la conducta moral de Herodes Antipas) para que Jesús (líder civil) y los zelotas siguieran hasta el final la insurrección y no se dejaran seducir por prebendas, como ocurrió anteriormente con los fariseos.

El Bautista busca secretamente lo que se necesitaba para rebasar el límite de la indignación del pueblo. Éste ya tenía su héroe y su motivo para levantarse contra Herodes Antipas. En este momento, Jesús vería la hora de poner en acción su plan.

-Otra incógnita a desvelar sería la figura de Lázaro. Éste sería el propio apóstol Andrés, en base a estudios lingüísticos (Andreas, en latín; Andrós, Alexandros, en griego). Lázaro “moriría” (sería herido) como cabecilla de una manifestación violenta, se le momificó y enterró falsamente, para que no fuera perseguido, y a los cinco días resucitaría.

Juan “el Evangelista” es el único que narra la “resurreción” de Andrés ya que es el único que conoció el suceso. Su evangelio es un mensaje bélico encubierto en clave religiosa.

-El autor afirma que Jesús partiría a Siria durante dos años (30-31 d.C.), tiempo en el que sus apóstoles calentarían el terreno y realizarían acciones bélicas en Galilea, Samaria e Indumea.
Cuando Jesús vuelve a Israel, se reúne en Nazaret para preparar una serie de campañas más contundentes contra el opresor romano.

-Es muy interesante la puntualización que realiza el autor: los apóstoles y Jesús se movían en una clandestinidad encubierta. Su predicación de la ley mosaica les protege en cierto modo, ya que los romanos respetan todas las religiones. Pero lo que realmente defienden es la independencia de Israel.

De todo ello se extrae que “la Última Cena” no sería una reunión para la celebración de la Pascua, sino una reunión para organizar la insurrección. De hecho, las palabras que Jesús dice en la Última Cena y en otros pasajes de los Evangelios alejan mucho la imagen del Cristo histórico del Cristo pacífico de la religión cristiana.

-A las afueras de Jerusalén se encontraba el Monte Gerizim (¿el Monte de los Olivos?), donde desde hacía siglos los samaritanos celebraban la Pascua, por creer que en él ocurrieron los sueños de Jacob.

Por otro lado, al igual que los zelotas y esenios, los samaritanos ansiaban la venida del Mesías. ¿Podría ser Jesús? Si realizaba un milagro, sería la señal de que sí y el pueblo se levantaría contra el opresor romano. Pero, ¿cómo si apenas tenían espadas para enfrentarse a su poderoso ejército?

-A partir de aquí, el autor vuelve hacer uso de lo que llama “imaginación deductiva”, una vez que ya no hay datos históricos a los que agarrarse.
Jesús y los apóstoles, “una vez encontrados los vasos de Moisés”, a los samaritanos ya en términos de revuelta independentista. Sin embargo, debido a Judas Iscariote (¿un topo?, Pilatos sabría de las motivaciones políticas y sofocó brutalmente el intento de insurrección.
-El autor dice que no parece coherente que los judíos (fariseos) armados tomasen Jerusalén cuando Pilatos tenía Judea militarizada prácticamente. Además, los judíos antes de la Pascua no podían transpasar el umbral de su puerta.
Y si Pilatos envió una cohorte para prender a Jesús, como afirman los Evangelios de Marcos y Juan, no sería porque Jesús porque Jesús fuera blasfemo (cuestión religiosa) sino una revuelta política, como la del Monte Garizim.

-Desde luego, Pilatos no es el hombre bueno que pintan los Evangelios. Ni los judíos los culpables de la muerte de Cristo.

-Una cosa eran los ajusticiamientos individuales y otra la masacre que Pilatos había producido en el Monte Garizim. Los judíos pedían justicia para los centuriones. Este sangriento suceso le costó a Pilatos la destitución por Vitelio (gobernador de Siria) y su destierro posterior.

-Sólo los textos canónicos avalan la muerte de Jesús en la cruz. En el resto de escritos no se habla de ella.

-El autor habla de malas relaciones entre Pilatos y Vitelio. Así como de un posible pacto entre Pilatos y Cristo para simbolizar la muerte de éste en la cruz. Aquí aparece la figura de José de Arimatea.

martes, 6 de octubre de 2009

"La verdadera historia de Jesús el Galileo", de Frederick L. Beynon

-Ciertamente, los textos canonizados parecen incurrir en numerosas contradicciones y errores, ya que debieron ser escritos muy posteriormente a los hechos narrados. Sin embargo, aunque se pueda hablar de hermanos de Jesús (no deja de ser una posibilidad verosímil), tampoco es correcto aseverarlo con rotundidad, debido al significado de “hermano” en el mundo hebreo y paleocristiano.

Sobre la virginidad de María, no es nada novedoso ponerla en tela de juicio, quizá más aún si cabe por ser dogma de la Iglesia Católica. Lo que se resalta en la Biblia es que al juntarse con José, María era virgen. Esto no era inhabitual, ya que la tradición judía (al igual que otras muchas religiones) exigían la virginidad en el momento de casarse. En cambio, el hombre podía haber estado de “picos pardos”. La costumbre y las religiones estaban (y están) impregnadas de ideas machistas.

-Realmente, las multitudinarias conversiones realizadas por Pedro, al menos tal y como se narran en los Evangelios, son difíciles de creer. Más aún la comida de todos los creyentes. Posiblemente, aquellas concentraciones debían corresponder a actos insurreccionales contra el dominio romano. El ambiente bélico de la época y las revueltas son atestiguados por historiadores como Flavio Josefo o Séneca.
En todo caso, los Hechos de los Apóstoles, como el resto de las Sagradas Escrituras, contienen un fondo de verdad. Esto es innegable. Las manipulaciones, las contradicciones y las revisiones también forman parte de la Historia.

-Al argumentar el clima bélico que debió vivir Palestina en el segundo tercio del S.I d.C., Beynon busca el significado etimológico de “secta”. En cambio, anteriormente no acepta el significado de “hermano” en el contexto judío.
Lo que sí resulta evidente es que el ambiente pacífico que quiere transmitir el N.T. no se corresponde la convulsa situación histórica. Sin que haya que descartarlos, los motivos religiosos no debieron ser las únicas causas de las detenciones.
Desde luego, en la llegada del Mesías, descendiente de David, se une el componente político de independencia de Israel con el elemento religioso.

-Por razón de mi falta de conocimiento en profundidad de los textos bíblicos (no basta con haber leído sosegadamente el N.T.), y por las sesudas e intrincadas reflexiones del autor, hay pasajes del libro en los que uno se pierde:

• Barrabás no existió.
• Jesús significa “salvador”, nombre poco corriente y destinado a la clase alta.
• El enigmático Jesús Bar Judá, hijo de Judá de Gamala “sería el Barrabás” que compartió celda con Jesús el Galileo, y que hizo un pacto con Poncio Pilatos para ser crucificado pero posteriormente ser bajado y curado. Se supone que Pilatos le salva la vida a cambio de apaciguar a las masas hebreas. De cualquier manera, tengo que reconocer que hay algo que se me escapa en lo referente a los dos apresados y las negociaciones con Pilatos.
• Curiosamente, “Bar-Abba” significa “Hijo del Padre”.

En relación con la Pasión de Cristo, que es el suceso bíblico más importante del N.T., se sacan a relucir una larga serie de incongruencias. La mayoría de ellas, como he mencionado anteriormente, requieren de un gran conocimiento del N.T. así como de las costumbres judías, de las tradiciones del derecho romano y de la Historia de Palestina en un unos años muy concretos. Se acaba llegando a la conclusión de que la fe es indispensable para comprender la Pasión. Es especialmente revelador el suceso del botijo de agua y vinagre.
El N.T. tenía que cumplir las profecías del A.T. Y la pasión es un acontecimiento más de la vida de Jesús en el que se fuerzan los hechos para que todo “cuadre”.

-El autor señala incoherencias de los evangelios al realizar la relación de los apóstoles. Concluye que todos ellos eran galileos y que conocieron a Juan el Bautista antes que a Jesús el Galileo.

-Tanto esenios como zelotas esperan la llegada de dos mesías: uno civil y otro religioso.
Los judíos entienden la religión como algo inherentemente unido a la política. De ahí que fuesen tan intransigentes con cualquier fuerza de ocupación extranjera.
Y cuando un sector judío “relaja” sus costumbres y su seguimiento de la ley talmúdica (por ejemplo, llegando a un compromiso de convivencia con el pueblo invasor), surge un sector radical que pretende el regreso a la “pureza”. Así sucede primeramente con los fariseos respecto de los macabeos, y luego con los esenios y los zelotas respecto de los fariseos.
Por tanto es lógico que se retrate a Jesús el Galileo como un revolucionario, que pretende la independencia de Israel del Imperio Romano.

-Los personajes principales de toda la trama son: Zacarías, cuyo hijo es Juan el Bautista; y Judá de Gamala (que era carpintero), líder de la insurrección hebrea en el tiempo de Herodes el Grande (73-4 a.C.), tiene varios hijos, entre ellos Jesús el Galileo.

-La separación de Palestina en dos territorios desde el 6 d.C. al 44 d.C., por un lado Galilea (gobernada por Herodes Antipas), y por otro Judea (incorporada a la provincia romana de Siria), favorece mucho las insurrecciones judías en ese período de tiempo.

-Las suposiciones que Beynon realiza sobre Juan el Bautista y sobre Jesús (o Jesús el Galileo) son verosímiles, pero son únicamente suposiciones. Además, la evolución es complicada de seguir, posiblemente porque el contexto también es difícil de entender.

-Del 26 al 36 d.C. Poncio Pilatos gobierna Judea despóticamente y provoca la ira del pueblo judío con dos acciones:

• La obra monumental de traer el agua a Jerusalén por acueducto.
• A su vez, esto requiere de muchos impuestos para sufragarla.

El pueblo se niega a pagar. Pilatos responde suprimiendo el impuesto, pero expoliando el Templo de Jerusalén.
Respecto a estos acontecimientos y a las insurrecciones, parece sensato pensar que sean mucho más fiables los escritos de Flavio Josefo (vivió directamente lo ocurrido) que fueron realizados sólo unas décadas después, respecto a los Evangelios canonizados, que datan del siglo IV d.C.

-El sentimiento de odio hacia el opresor romano estaba revestido de un fervor religioso. En este contexto se encuadraría, hacia el 29 d.C., el abandono del ascetismo por parte de Juan el Bautista y su descenso al Jordán. Así mismo, Jesús el Galileo sale de su refugio y va al encuentro de Juan el Bautista.

jueves, 1 de octubre de 2009

"La verdadera historia de Jesús el Galileo", de Frederick L. Beynon (I)

Existen pocas figuras en la historia de la humanidad que hayan sido tan influyentes y decisivas como la de Jesucristo. Eso es indudable. Del mismo modo, es incuestionable (excepto para los fanáticos) que su imagen ha sido distorsionada completamente por la Iglesia cristiana durante siglos (en sus diferentes variantes, pero sobre todo por la Iglesia Católica). Dicha distorsión ha llegado hasta el punto de la creación de un mito y su posterior transformación en “verdad histórica”. Y cualquier vacilación sobre alguno de los aspectos de la realidad de Jesucristo ha sido tratado por la jerarquía eclesiástica como herejía.
Lo más penoso es que esta actitud irrespetuosa hacia el libre pensamiento sigue plenamente presente en la Iglesia Católica, así como en otras religiones. Personalmente, creo que es muy saludable que se distinga con transparencia al “Jesús histórico” del “Jesús religioso”. El hecho religioso debe ser respetado, ya que es algo que surge de lo más profundo del sentir humano. Pero, de la misma manera, cada persona ha de poder creer lo que libremente quiera en conciencia y poder expresar libremente sus ideas al respecto.
Puede parecer que esté diciendo una obviedad. Sin embargo, un solo vistazo a lo que sucede actualmente en el mundo, convierte esa obviedad en un enorme y frágil castillo de arena.

El libro que aquí comento tiene ya alrededor de treinta años. En cambio, tanto por su temática como por su contenido, considero que sigue teniendo vigencia, aunque se hayan realizado avances en la investigación histórica.
Por otro lado, creo conveniente señalar que, si la materia en sí ya es complicada, la confusa estructura del libro en algunos momentos hace menos sencilla su comprensión. Voy a tratar de ser lo más claro posible en este comentario-resumen.

En su introducción, el autor hace una serie de consideraciones socio-religiosos. Como afirma, en los países más desarrollados, desde hace mucho tiempo, las macrosociedades religiosas se han desintegrado. Y se han formado grupos más pequeños y sencillos que niegan muchos de los dogmas del cristianismo (en el caso de esta religión). La razón va venciendo lentamente a la fe. O, mejor dicho, con el paso del tiempo se va reconociendo la compatibilidad de razón y fe.

Prosigue con una reflexión, en mi opinión, bastante descabellada, basada en las creencias e intuiciones del propio autor. Piensa que las sociedades cristianas han contradicho todos los valores que predicaba Cristo (hasta aquí, completamente cierto). A continuación dice que la sociedad contemporánea occidental es como es porque todo lo que dice el cristianismo es falso. Esto sí que creo que no tiene sentido alguno.

Pasando ya directamente al tema del libro, Beynon muestra claramente desde las primeras páginas su alejamiento de las creencias cristianas, poniendo en duda reiteradamente la misma existencia de Jesucristo.

-El autor se remonta a los orígenes del pueblo judío. Habla de sus numerosas “infidelidades” (tendencia al politeísmo y al culto a dioses extranjeros) a Yahvé, que contravenían sus leyes. ¿Cómo los judíos hacían tal cosa? La respuesta es sencilla y muy lógica: en el momento de esas “infidelidades”, los libros jurídicos no se habían escrito, se realizaron muy posteriormente (un ejemplo entre muchos de reescritura de la historia). Lo que sí había era una ley no escrita que administraba la clase sacerdotal, los levitas. Si su influencia sobre el rey era mayor que la del pueblo, llegaban las purgas y los anatemas de los “profetas”.
Todo parece reducirse a una lucha de poder, en las que los levitas acaban venciendo al tomar la tutoría del rey Josías. En su reinado, se “descubre” el Libro de la Ley escrito, el Pentateuco (no fue Moisés quien lo escribió).

Se hace una breve relación histórica de los esenios y de los zelotas, los primeros pacíficos, los segundos revolucionarios armados, y ambos puristas de la fe. Los dos grupos creen que en la venida de dos Mesías: uno temporal (proveniente de la Casa de David) y otro de poder espiritual (descendiente de Leví).
Realmente es acertado retrotraerse al pasado remoto del pueblo hebreo. Por ejemplo, es el modo de comprender por qué se puso tanto empeño en que Jesús naciese en Belén.

-Se cuestiona severamente la calidad canónica de los textos del Antiguo Testamento (A.T.) y del Nuevo Testamento (N.T.), seleccionados por los concilios cristianos de finales del siglo IV (cuidándose de eliminar todas las posibles contradicciones) y ratificados en el Concilio de Trento (1546). Como expresa Beynon, sólo alguien infalible es capaz de afirmar qué texto es revelado por Dios y cuál no. Ese alguien es el Papa, que recibe su infalibilidad de los apóstoles (que juraron su protección por el Espíritu Santo).

-Como ya se intuye en la lectura del N.T., Juan Bautista (que heredó el sacerdocio de su padre Zacarías), se creó entre los esenios, secta a la que pertenecía.

-Se revela como muy importante el personaje histórico de Quirino, cónsul de Siria en 6-7 d.C., en cuyo gobierno se realizó el censo de empadronamiento que obligó a la Sagrada Familia a desplazarse de Nazaret a Belén, donde nació Jesús.

-Destaca la vinculación que el autor hace entre Judá de Gamala y María, dando lugar a Jesús el Galileo (¿?).
Asimismo se plantean inmensas dudas sobre el parto de María: cuándo fue, y cómo ella y José atravesaron medio Israel para acudir al censo.
Todo ello hace dudar a Beynon sobre la existencia de Jesús.
Nota1: este artículo está dividido en varias partes.