jueves, 28 de octubre de 2010

Express Library: las nuevas tecnologías ofrecen un nuevo servicio a las bibliotecas públicas

La crisis económica (sí, otra vez, está en todas partes) está afectando con fuerza a las bibliotecas públicas estadounidenses. Las acusadas disminuciones de las partidas presupuestarias están obligando a realizar al cierre de sucursales bibliotecarias, reducción de horas de apertura y despido de personal bibliotecario.

Sin embargo, el espíritu de las bibliotecas públicas por ofrecer el mejor servicio posible a los clientes sigue completamente vigente. Lo demuestra la adquisición de un nuevo ingenio adquirido por un creciente número de bibliotecas públicas estadounidenses.

Su nombre es Express Library y se trata de una especie de armario metálico con diferentes departamentos, ubicado en el exterior de la biblioteca, que permite a los usuarios tomar libros en préstamo cuando las bibliotecas están cerradas. El sistema es muy sencillo: el usuario hace su reserva por Internet y, unos días más tarde, recoge su libro, dvd, etc. de uno de los departamentos, habiendo previamente introducido un código digital.

De manera que las Express Library ofrecen un nuevo servicio a los usuarios, permitiéndoles tomar prestados libros en horarios cuando las bibliotecas públicas están cerradas. Esto es muy importante para muchas personas que no pueden acudir a la biblioteca de su barrio debido a su jornada laboral.

De manera que ofrece un nuevo servicio que antes no tenían las bibliotecas públicas, porque ninguna biblioteca puede ofrecer un servicio de préstamo 24 horas al día, incluidos festivos.

En todo caso, las nuevas tecnologías no van a sustituir al personal bibliotecario porque, como afirma James Lund (director de la biblioteca pública de Red Wing) la verdadera misión de las bibliotecas es la educación pública, y una máquina expendedora no puede ofrecer educación. Como él dice, la ciudadanía necesita educadores.

Por ello, me parece peligroso el titular del artículo de Wall Street Journal que aquí comento: “Las nuevas tecnologías prescinden de los bibliotecarios”. No se puede pensar que las máquinas pueden sustituir a l@s bibliotecari@s. Creer que las bibliotecas son simplemente expendedores de libros es una imagen obtusa de lo que realmente son y representan. Quizá con titulares tan “sencillos” se quiere hacer pensar al contribuyente estadounidense que las bibliotecas públicas pueden ser reemplazadas por máquinas y que, por tanto, las bibliotecas públicas son un gasto del que las administraciones pueden prescindir. Quiero pensar que no es así, aunque tratándose de un periódico financiero y conservador, quién sabe.

Nota: artículo original aparecido en Wall Street Journal, con fecha de 25 de octubre, realizado por Conor Dougherty.

viernes, 15 de octubre de 2010

Y si lo nuevo ya estuviera inventado: Dewey

Tod@s los que tenemos algún tipo de vinculación con las bibliotecas, sea como profesionales o como usuarios, conocemos esos numeritos que aparecen en el lomo de los libros, en los tejuelos. Forman parte de la Clasificación Decimal Universal o CDU. Desde hace mucho tiempo despreciada, principalmente porque es considerada por muchos una estructura rígida, con una sintaxis poco flexible, o porque es un sistema poco amigable para los clientes de las biblitotecas. Poco a poco, le toman territorio los grupos de interés u otra clase de sistemas de organización más inteligibles por los usuarios. Sin embargo, la CDU sigue ahí, presente mayoritariamente en las bibliotecas públicas.

La clasificación Dewey, análoga de la CDU, fue inventada incluso antes. Lleva con nosotros nada más y nada menos que desde 1876. A pesar de todas las críticas que ha recibido y de todas sus limitaciones, siempre me ha parecido un ingenio maravilloso, unos pocos números que son capaces de compendiar todo el conocimiento humano.
Lo más sorprendente es que a esta conclusión ha llegado Phil Shapiro (articulista de PC World, educador y activista del acceso a la tecnología). En un reciente artículo, comenta los problemas que ha tenido para localizar unidades USB económicas y de 256 mb (suficiente capacidad para el almacenamiento de textos) para jóvenes y adultos con bajos ingresos.
Tardó varios meses en encontrar un proveedor que proporcionaba justo el producto que buscaba. Afirma que si hubiese habido un número de la Clasificación Decimal Dewey relacionado con dicho producto, hubiera encontrado rápidamente el producto que buscaba.

Cree que tendría que crearse una codificación DDC para los contenidos de Internet. Y considera que las entidades adecuadas para crear dicha codificación, de manera participativa, sería la Fundación Wikimedia, junto con American Library Association y la Internet Archive. Y la Fundación Gates podría aportar la financiación de dicho proyecto.

Curiosamente, esta idea le surgió a Phil Shapiro cuando observó a un bibliotecario que había memorizado la Clasificación Decimal Dewey e indicaba con exactitud a los usuarios dónde se localizaban los materiales que querían.

¿Se imaginan algo similar en Internet? Desde luego, está claro que, a pesar de todos los avances en las relaciones semánticas de términos, la capacidad de brevedad y de organización que ofrecen los sistemas numéricos parece todavía inigualable. La verdad es que extrapolar un sistema análogo al Dewey a Internet, es una idea muy atractiva. Yo no acabo de verlo, me parece demasiado complicado, y no sé si práctico. Pero, ¿y si lo nuevo, si el futuro estuviera ya inventado?

Nota: artículo original aparecido en Pcworld, escrito por Phil Shapiro, con fecha de 29 de septiembre.

viernes, 1 de octubre de 2010

El bibliotecario personal: más que bibliotecario, educador

Hoy os traigo una interesante e innovadora propuesta de la Drexel University (Pennsylvania, Estados Unidos) que va en la tendencia, cada vez más necesaria, de estar cerca de las necesidades de los usuarios, a la vez que hace más visible la labor de las bibliotecas (algo no menos importante).

El “Personal Librarian Program” de la Universidad de Drexel asigna un bibliotecario a cada uno de los 2750 estudiantes de primer año. Antes de que comience el curso, los bibliotecarios se ponen en contacto con los estudiantes a través de correo electrónico. Luego, se reúnen en persona con ellos y les ofrecen un curso intensivo sobre la oferta de la biblioteca. Y su ayuda se prolongará durante todo un semestre, en la que les animarán a utilizar los recursos bibliotecarios y les ayudarán a utilizarlos.

Los bibliotecarios cumplen un papel similar al de los Entrenadores personales. Y esta ayuda se muestra indispensable ya que, como afirma Danuta A. Nitecki (decana de las bibliotecas de la Drexel University), el mayor problema  que tienen los estudiantes no es cómo utilizar los motores de búsqueda, sino qué es lo quieren encontrar. “A menudo, no sabe lo que están buscando”, sentencia la Sra. Nitecki.
Este programa de la Drexel University trata de redefinir el papel de la biblioteca. Y, además, al lograr que los estudiantes interactúen con los bibliotecarios, destacan y refuerzan el rol de éstos como educadores.
Como señala la Sra. Nitecki, con esta iniciativa se consigue que las bibliotecas sean más acogedoras y atractivas.

De hecho, el Personal Librarian Program ya ha despertado el interés de muchos estudiantes universitarios y de otras bibliotecas universitarios.

Sin duda, puede parecer un esfuerzo casi faraónico para muchas universidades, pero se trata de una posibilidad de cambiar la visión sobre las bibliotecas de nuestros usuarios. Cambiarla para bien. El esfuerzo puede requerir muchas horas de planificación y de elaboración de materiales, aparte de horas de atención al usuario. Pero seguro que el esfuerzo merece la pena. Ojalá que cunda el ejemplo.

Nota1: la fuente original es la noticia aparecida en "The Chronical of Higher Education", escrita por Travis Kaya, con fecha de 14 de septiembre.