La crisis económica (sí, otra vez, está en todas partes) está afectando con fuerza a las bibliotecas públicas estadounidenses. Las acusadas disminuciones de las partidas presupuestarias están obligando a realizar al cierre de sucursales bibliotecarias, reducción de horas de apertura y despido de personal bibliotecario.
Sin embargo, el espíritu de las bibliotecas públicas por ofrecer el mejor servicio posible a los clientes sigue completamente vigente. Lo demuestra la adquisición de un nuevo ingenio adquirido por un creciente número de bibliotecas públicas estadounidenses.
Su nombre es Express Library y se trata de una especie de armario metálico con diferentes departamentos, ubicado en el exterior de la biblioteca, que permite a los usuarios tomar libros en préstamo cuando las bibliotecas están cerradas. El sistema es muy sencillo: el usuario hace su reserva por Internet y, unos días más tarde, recoge su libro, dvd, etc. de uno de los departamentos, habiendo previamente introducido un código digital.
De manera que las Express Library ofrecen un nuevo servicio a los usuarios, permitiéndoles tomar prestados libros en horarios cuando las bibliotecas públicas están cerradas. Esto es muy importante para muchas personas que no pueden acudir a la biblioteca de su barrio debido a su jornada laboral.
De manera que ofrece un nuevo servicio que antes no tenían las bibliotecas públicas, porque ninguna biblioteca puede ofrecer un servicio de préstamo 24 horas al día, incluidos festivos.
En todo caso, las nuevas tecnologías no van a sustituir al personal bibliotecario porque, como afirma James Lund (director de la biblioteca pública de Red Wing) la verdadera misión de las bibliotecas es la educación pública, y una máquina expendedora no puede ofrecer educación. Como él dice, la ciudadanía necesita educadores.
Por ello, me parece peligroso el titular del artículo de Wall Street Journal que aquí comento: “Las nuevas tecnologías prescinden de los bibliotecarios”. No se puede pensar que las máquinas pueden sustituir a l@s bibliotecari@s. Creer que las bibliotecas son simplemente expendedores de libros es una imagen obtusa de lo que realmente son y representan. Quizá con titulares tan “sencillos” se quiere hacer pensar al contribuyente estadounidense que las bibliotecas públicas pueden ser reemplazadas por máquinas y que, por tanto, las bibliotecas públicas son un gasto del que las administraciones pueden prescindir. Quiero pensar que no es así, aunque tratándose de un periódico financiero y conservador, quién sabe.
Nota: artículo original aparecido en Wall Street Journal, con fecha de 25 de octubre, realizado por Conor Dougherty.
Leer el mundo blog, bastante bueno
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