Leyendo la última entrada de "El Documentalista enredado", en cuyo weblog Marcos Ros nos ha informado estupendamente sobre las últimas jornadas de Fesabid recién celebradas en Santiago de Compostela, me ha sorprendido el poco interés mostrado hacia el software libre, siendo ahora un momento en el que está comenzando a tener mucho predicamento. Se trata de una alternativa muy atractiva y, de hecho, varias Administraciones públicas están implementando Linux (caso de la Junta de Andalucía con Guadalinex, y de la Junta de Extremadura con Linex), y otras CC.AA. como Cataluña, Canarias o Islas Baleares están fomentando su utilización.
Además, a mediados de abril se aprobó en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de la LAECAP (Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a las Administraciones Públicas) y el texto ha pasado al Senado. Lo cierto es que desconocía la elaboración de esta ley (no he escuchado nada acerca de ello en los medios "tradicionales"), pero parece ser muy importante. Al igual que con la Ley de Libro (de la que sí tenemos sobrado conocimiento), ha habido muchos grupos, entre ellos Hispalinux, que están siguiendo de cerca la materia y presentando propuestas de enmienda a los diversos partidos políticos. Y, en efecto, el seguimiento ha tenido sus frutos. No sólo se abre la puerta a la utilización por parte de las diferentes Administraciones públicas de software libre sino que, además, las Administraciones públicas han de respetar la neutralidad tecnológica, con lo que se abre definitivamente la puerta a la utilización del software libre por parte de las mismas y, aún más allá, se aprobó una enmienda por la que se pretende garantizar el derecho de la ciudadanía a relacionarse electrónicamente con las Administraciones Públicas bajo su propia elección tecnológica (lo que guarda plena coherencia con lo anterior).
En fin, todo indica que el software libre será una relevante tendencia en el futuro (ya lo ha comenzado a ser en el presente) y creo que el mundo bibliotecario no debiera quedarse al margen de ello. Si en otras temáticas se nos insiste que tenemos que actualizarnos, el tema del software libre tiene que ser una de nuestras competencias a adquirir (o, al menos, a conocer) para que nuestras bibliotecas sigan el compás de la actualidad. Más aún cuando se pretende incorporar en breve (si es que no se ha hecho ya) dentro de los programas curriculares de la enseñanza secundaria el aprendizaje informático a través de Linux.
En caso contrario, si dejamos pasar esta oportunidad de formarnos en esta materia, como comentaba Lara Rey en el último post de "El Documentalista Enredado", corremos el riesgo de que se nos encasille, y con toda razón, como bibliotecarios tradicionales. Es algo que no podemos permitirnos.
Además, a mediados de abril se aprobó en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de la LAECAP (Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a las Administraciones Públicas) y el texto ha pasado al Senado. Lo cierto es que desconocía la elaboración de esta ley (no he escuchado nada acerca de ello en los medios "tradicionales"), pero parece ser muy importante. Al igual que con la Ley de Libro (de la que sí tenemos sobrado conocimiento), ha habido muchos grupos, entre ellos Hispalinux, que están siguiendo de cerca la materia y presentando propuestas de enmienda a los diversos partidos políticos. Y, en efecto, el seguimiento ha tenido sus frutos. No sólo se abre la puerta a la utilización por parte de las diferentes Administraciones públicas de software libre sino que, además, las Administraciones públicas han de respetar la neutralidad tecnológica, con lo que se abre definitivamente la puerta a la utilización del software libre por parte de las mismas y, aún más allá, se aprobó una enmienda por la que se pretende garantizar el derecho de la ciudadanía a relacionarse electrónicamente con las Administraciones Públicas bajo su propia elección tecnológica (lo que guarda plena coherencia con lo anterior).
En fin, todo indica que el software libre será una relevante tendencia en el futuro (ya lo ha comenzado a ser en el presente) y creo que el mundo bibliotecario no debiera quedarse al margen de ello. Si en otras temáticas se nos insiste que tenemos que actualizarnos, el tema del software libre tiene que ser una de nuestras competencias a adquirir (o, al menos, a conocer) para que nuestras bibliotecas sigan el compás de la actualidad. Más aún cuando se pretende incorporar en breve (si es que no se ha hecho ya) dentro de los programas curriculares de la enseñanza secundaria el aprendizaje informático a través de Linux.
En caso contrario, si dejamos pasar esta oportunidad de formarnos en esta materia, como comentaba Lara Rey en el último post de "El Documentalista Enredado", corremos el riesgo de que se nos encasille, y con toda razón, como bibliotecarios tradicionales. Es algo que no podemos permitirnos.
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