El nuevo proyecto de ley incluye varias modificaciones (algunas muy relevantes) que se resumen en:
-En principio, el compromiso de establecer acuerdos con los medios de comunicación para fomentar la lectura es positivo. Pero lleva intrínseco el peligro de que se convierta en algo simplemente figurativo, aparte de que pueda estar guiado por intereses políticos coyunturales. Como ejemplo más cercano tenemos al Pacto Andaluz por El Libro (PAPEL), que ha tenido poca difusión (al menos lo que ha llegado hasta mis oídos). El único logro real es la existencia del excelente espacio televisivo de Jesús Vigorra “El público lee” que se emite semanalmente los domingos. Al menos, ha logrado la fidelidad de un buen número de televidentes pero, posiblemente, no de aquellos que realmente necesitan acercarse a la lectura.
-El respeto a lo “políticamente correcto”. Si en los dos anteriores textos ya se dejaba bien clara la intención de no invadir las competencias autonómicas, aquí la reiteración en ponerlo de manifiesto se convierte en excesiva, creo que casi en una obsesión. Se repite a lo largo del articulado al menos en media docena de ocasiones.
-La integración en el articulado de lograr la igualdad de accesibilidad a la cultura y a la información (qué son si no las bibliotecas) de los discapacitados es, sin duda, un acto de justicia social. Esperemos que se hagan los esfuerzos financieros necesarios para que se lleve a efecto. Establecer una red de cooperación con las ONG´s del sector puede ayudar a conseguirlo pero, por sí solo, no será suficiente.
-Qué sentido tiene incorporar al Consejo de Cooperación Bibliotecaria a los representantes de asociaciones bibliotecarias, si no van a tener voto, si no van a disponer realmente de poder de decisión. ¿Creen que “dándoseles voz” se les va a callar ante semejante dislate e injusticia?
-Parece que deliberadamente hayan dejado para el final de la ley el préstamo de pago. ¿Quizá pensaban que así no nos daríamos cuenta de tamaña barbaridad? ¿Qué ocurre, que si Europa dice que esto es lo correcto, tenemos que decir amén? Por suerte, no somos los únicos “locos” que decimos “¡no!”. Junto a la plataforma española “No al préstamo de pago”, también está la iniciativa italiana “Non pago di leggere”. Y en el mismo sentido se está movilizando la Associaçao portuguesa de bibliotecarios, arquivistas e documentalistas.
La ministra de Cultura Carmen Calvo, para apaciguar a la ciudadanía, nos dice que “el ciudadano que vaya a una biblioteca a coger un libro para utilizarlo como prestatario no va a tener que pagar nada”. Será el Ministerio de Cultura y las Comunidades Autónomas quienes se hagan cargo del canon por préstamo. Para contestar a esta afirmación creo que es mucho mejor acudir directamente a las palabras de la Consejera de Cultura de Castilla-La Mancha, e impulsora de la plataforma “No al préstamo de pago”. Blanca Calvo le responde a la ministra con una lógica aplastante: “el dinero público es dinero de los ciudadanos”, de modo que “en el fondo, si la institución de la que depende la biblioteca tiene que pagar por prestar ese libro, está pagando el usuario”. Esto significa que los presupuestos bibliotecarios se verán mermados (¡más todavía de lo que están actualmente!).
Y de este modo se fomentarán intensamente los Planes de fomento de la Lectura, la creación literaria y la promoción de nuevos escritores, como dice la ley. ¿O no será al contrario? Como considera Blanca Calvo “los autores que venden poco van a desaparecer de las bibliotecas con mucha probabilidad, porque las bibliotecas van a perder poder adquisitivo y no van a poder adquirir los libros de la gente que es menos conocida”.
Muchos son los escritores, más de 400, que se han manifestado en contra de esta disposición. José Luis Sampedro, escritor de reconocido prestigio y humanamente sobresaliente, envió a la plataforma “No al préstamo de pago” un texto para ser leído el 23 de abril, Día del Libro, ante la Biblioteca Nacional. Quiero recoger la parte final de este escrito porque es de una extraordinaria lucidez:
“Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.
En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.
Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña”.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!
José Luis Sampedro
En definitiva, la Disposición Final primera, que se hace eco de la Directiva 92/100 CEE, deja sin sentido alguno el proyecto de ley, incluyendo que dudo mucho que vaya a favorecer a la industria del libro y, por supuesto, van a hacer todavía más impopulares a las Sociedades gestoras de los derechos de autor.
El acceso a la información y a la cultura es un derecho de la ciudadanía, no un negocio. Y las bibliotecas públicas están para servir al conjunto de la sociedad, y no para hacer más ricos a unos pocos.
Bibliografía complementaria:
-No al préstamo de pago. http://noalprestamodepago.org/wp-content/uploads/2007/04/cartajoseluissampedroabril2007.pdf [Consulta: 24 de abril de 2007]
-Non pago di leggere. http://www.nopago.org/ [Consulta: 24 de abril de 2007]
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