El 16 de mayo se transcribía en el blog Librosfera una interesante entrevista realizada el 11 de mayo en El País al escritor José Ángel Mañas. En la conversación habla especialmente de cómo, en la actualidad, l@s escritor@s se ven altamente condicionados por la demanda del mercado a la hora de elaborar sus textos si quieren seguir siendo escritor@s. Ello ha llevar casi obligatoriamente a un empeoramiento de la calidad literaria.
Es probable que, como dice José Ángel Mañas, la cultura se haya enriquecido mucho en otros ámbitos, como la informática.
Para l@s amant@s de la literatura y de la lectura, como es mi caso, el fenómeno de la "bestsellerización" (como lo denomina el entrevistado) sólo puede causarnos cierta zozobra. Lo cierto es que dicha tendencia literaria no es algo nuevo, aunque se mostró al mundo de un modo espectacular a través de las obras de Dan Brown. Como dice el propio entrevistado, mayor edición de títulos no significa mayor calidad literaria.
En mi caso, trato de estar al tanto de las novedades literarias porque considero que es mi deber como aspirante a bibliotecario, pero reconozco que muy pocos de los libros actuales son los que me atraen. Si quiero leer un libro nuevo, "voy a lo seguro" y me decanto por los clásicos. Por otro lado, he desarrollado un instinto o criterio lector y cuando elijo un libro suelo eligir bien, y su lectura raramente no cumple mis expectativas (es más, en muchos casos las superan ampliamente, para mi regocijo y para mi enriquecimiento personal).
Una biblioteca pública tiene como obligación estar actualizada en sus fondos para poder satisfacer las necesidades de sus lectores. Pero, desde mi humilde opinión, considero que hay que revindicar a los grandes escritores de la historia. En este sentido, el papel de los clubes de lectura está siendo encomiable. No se me ocurre cómo una persona (sobre todo si es aficionada a la lectura) puede vivir sin leer a Neruda, Tolstoi, Yourcenar, Dostoievskii, Cervantes, Shakespeare, Pardo Bazán, Greene, García Lorca, etc., etc. Esto es lo que llama José Ángel Mañas, con toda razón, literatura con mayúsculas. Rescatemos a todos estos excepcionales escritor@s, al menos que no quede en la conciencia de l@s bibliotecari@s que no los hemos promocionado suficientemente.
Porque pienso que la lectura no sólo debe proporcionar ocio (algo estupendo) sino también reflexión serena, un debate serio, resquebrajamiento de las estructuras mentales anteriores a la lectura de este o aquel libro, etc. Si un libro no logra con su lectura esta segunda función, en mi opinión, no es literatura con mayúsculas.
En un bello pasaje de "Memorias de Adriano", Plotina le dice a Adriano: "La biblioteca es el hospital del alma". Creo que no hay modo más poético de definir una de las principales funciones de las bibliotecas públicas. Que su bálsamo continúe siendo la lectura de las grandes obras de la literatura universal.
Un saludo cordial.
Es probable que, como dice José Ángel Mañas, la cultura se haya enriquecido mucho en otros ámbitos, como la informática.
Para l@s amant@s de la literatura y de la lectura, como es mi caso, el fenómeno de la "bestsellerización" (como lo denomina el entrevistado) sólo puede causarnos cierta zozobra. Lo cierto es que dicha tendencia literaria no es algo nuevo, aunque se mostró al mundo de un modo espectacular a través de las obras de Dan Brown. Como dice el propio entrevistado, mayor edición de títulos no significa mayor calidad literaria.
En mi caso, trato de estar al tanto de las novedades literarias porque considero que es mi deber como aspirante a bibliotecario, pero reconozco que muy pocos de los libros actuales son los que me atraen. Si quiero leer un libro nuevo, "voy a lo seguro" y me decanto por los clásicos. Por otro lado, he desarrollado un instinto o criterio lector y cuando elijo un libro suelo eligir bien, y su lectura raramente no cumple mis expectativas (es más, en muchos casos las superan ampliamente, para mi regocijo y para mi enriquecimiento personal).
Una biblioteca pública tiene como obligación estar actualizada en sus fondos para poder satisfacer las necesidades de sus lectores. Pero, desde mi humilde opinión, considero que hay que revindicar a los grandes escritores de la historia. En este sentido, el papel de los clubes de lectura está siendo encomiable. No se me ocurre cómo una persona (sobre todo si es aficionada a la lectura) puede vivir sin leer a Neruda, Tolstoi, Yourcenar, Dostoievskii, Cervantes, Shakespeare, Pardo Bazán, Greene, García Lorca, etc., etc. Esto es lo que llama José Ángel Mañas, con toda razón, literatura con mayúsculas. Rescatemos a todos estos excepcionales escritor@s, al menos que no quede en la conciencia de l@s bibliotecari@s que no los hemos promocionado suficientemente.
Porque pienso que la lectura no sólo debe proporcionar ocio (algo estupendo) sino también reflexión serena, un debate serio, resquebrajamiento de las estructuras mentales anteriores a la lectura de este o aquel libro, etc. Si un libro no logra con su lectura esta segunda función, en mi opinión, no es literatura con mayúsculas.
En un bello pasaje de "Memorias de Adriano", Plotina le dice a Adriano: "La biblioteca es el hospital del alma". Creo que no hay modo más poético de definir una de las principales funciones de las bibliotecas públicas. Que su bálsamo continúe siendo la lectura de las grandes obras de la literatura universal.
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