El espacio “La Bolsa y la Vida” de 15 de noviembre coincidió con la celebración de la celebérrima cumbre del “G-20”.
Algunas de las ideas que se iban a llevar eran las siguientes:
-Convertir el FMI (Fondo Monetario Internacional) en una entidad de supervisión financiera mundial.
-Establecer mecanismos de comunicación entre los gobiernos para evitar que medidas fiscales tomadas en un país puedan perjudicar a otros Estados.
-La transformación de las agencias de calificación crediticia (corresponsables de la crisis económica), que se dedican a valorar los productos financieros.
-Que los analistas financieros se independicen de entidades.
En todo caso, estas actuaciones pueden ser convenientes pero no afrontan la verdadera problemática.
Como se apunta, ninguno de los jefes de Estado de los diferentes países participantes ha ido realmente con “los deberes hechos”. Es decir, todos ellos (salvo alguna excepción más que conocida) están de acuerdo en que el actual sistema económico no funciona y en que es necesario un cambio. Pero ninguno de ellos, ni sus asesores, parece que hayan hecho un análisis riguroso de las carencias del modelo capitalista, de manera que es imposible revertir realmente la situación en que nos encontramos.
Nítido síntoma de esta falta de análisis es la improvisación de las medidas de los gobiernos. En el caso de España, primero se ayudó a los bancos. A la vista de que esto era claramente insuficiente, se socorrió a los parados. A la siguiente semana, a las PYMES. Más tarde a la industria del automóvil, etc. Es decir, una serie indefinida de decisiones que, aunque pueden ayudar a la economía, están siendo tomadas sin rumbo alguno.
Para el modelo capitalista, como espléndidamente explica Annie Leonard en su vídeo “The story of stuff”, los ciudadanos son simples herramientas, únicamente consumidores, así como los apagafuegos de las equivocaciones y desaguisados realizados por las entidades financieras. Para este sistema, las cuestiones importantes son el consumo y los beneficios. No se tiene en cuenta para nada la salud, la educación, la justicia, la sostenibilidad del planeta, en fin, el bienestar de las personas.
El mismo modelo económico de producción (diseccionado por Annie Leonard) que está destruyendo del planeta, se halla completamente enlazado con el sistema financiero, ya que le da soporte. Las decisiones que se tomaran en la cumbre del G-20, habrían de estar al servicio de la economía productiva, y ésta a su vez habría de tener como prioridad el bienestar humano y el desarrollo sostenible. Todo lo que saliera de estos parámetros, no serían más que parches que no resolverían el problema de fondo. Y, efectivamente, así está siendo. Los gobernantes no quieren enterarse de que el presente modelo económico sólo lleva al desastre y parecen dispuestos a seguir tomando decisiones que no son más que remiendos coyunturales.
Un saludo cordial.
Nota1: podéis acceder a la grabación del espacio en el apartado “Emisiones anteriores” de la bitácora de Paco Álvarez y en la página de “No es un día cualquiera”.
Algunas de las ideas que se iban a llevar eran las siguientes:
-Convertir el FMI (Fondo Monetario Internacional) en una entidad de supervisión financiera mundial.
-Establecer mecanismos de comunicación entre los gobiernos para evitar que medidas fiscales tomadas en un país puedan perjudicar a otros Estados.
-La transformación de las agencias de calificación crediticia (corresponsables de la crisis económica), que se dedican a valorar los productos financieros.
-Que los analistas financieros se independicen de entidades.
En todo caso, estas actuaciones pueden ser convenientes pero no afrontan la verdadera problemática.
Como se apunta, ninguno de los jefes de Estado de los diferentes países participantes ha ido realmente con “los deberes hechos”. Es decir, todos ellos (salvo alguna excepción más que conocida) están de acuerdo en que el actual sistema económico no funciona y en que es necesario un cambio. Pero ninguno de ellos, ni sus asesores, parece que hayan hecho un análisis riguroso de las carencias del modelo capitalista, de manera que es imposible revertir realmente la situación en que nos encontramos.
Nítido síntoma de esta falta de análisis es la improvisación de las medidas de los gobiernos. En el caso de España, primero se ayudó a los bancos. A la vista de que esto era claramente insuficiente, se socorrió a los parados. A la siguiente semana, a las PYMES. Más tarde a la industria del automóvil, etc. Es decir, una serie indefinida de decisiones que, aunque pueden ayudar a la economía, están siendo tomadas sin rumbo alguno.
Para el modelo capitalista, como espléndidamente explica Annie Leonard en su vídeo “The story of stuff”, los ciudadanos son simples herramientas, únicamente consumidores, así como los apagafuegos de las equivocaciones y desaguisados realizados por las entidades financieras. Para este sistema, las cuestiones importantes son el consumo y los beneficios. No se tiene en cuenta para nada la salud, la educación, la justicia, la sostenibilidad del planeta, en fin, el bienestar de las personas.
El mismo modelo económico de producción (diseccionado por Annie Leonard) que está destruyendo del planeta, se halla completamente enlazado con el sistema financiero, ya que le da soporte. Las decisiones que se tomaran en la cumbre del G-20, habrían de estar al servicio de la economía productiva, y ésta a su vez habría de tener como prioridad el bienestar humano y el desarrollo sostenible. Todo lo que saliera de estos parámetros, no serían más que parches que no resolverían el problema de fondo. Y, efectivamente, así está siendo. Los gobernantes no quieren enterarse de que el presente modelo económico sólo lleva al desastre y parecen dispuestos a seguir tomando decisiones que no son más que remiendos coyunturales.
Un saludo cordial.
Nota1: podéis acceder a la grabación del espacio en el apartado “Emisiones anteriores” de la bitácora de Paco Álvarez y en la página de “No es un día cualquiera”.
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