Normalmente, cuando llega una época de “vacas flacas”, uno de los eslabones más débiles de los servicios comunitarios es el de las bibliotecas públicas. En el caso de esta crisis económica vuelve a suceder lo mismo.
Para ilustrar este fenómeno, la siguiente noticia venida de la ciudad de Philadelphia (Estado de Pennsylvania, EUA), con fecha de 22 de noviembre.
En diferentes puntos de la ciudad de Philadelphia, cientos de personas se manifestaron contra la decisión del alcalde Michael Nutter de cerrar 11 bibliotecas sucursales de la red municipal como medida para reconducir, en los próximos cinco años, un déficit presupuestario de un billón de dólares (no sé si la cantidad que han puesto es equivocada porque, si realmente es este monto, es una barbaridad).
Un manifestante afirmó que “cuando el alcalde Nutter tomó posesión del cargo, él decía que dos temas tenían máxima importancia en su agenda. El primero era reducir la delincuencia y el segundo terminar con el fracaso escolar en los institutos, y la idea de cerrar las bibliotecas es exactamente la antítesis de estas dos cuestiones”.
No se trata de que estos manifestantes no entiendan que la ciudad se encuentra en una crisis económica y que el alcalde se encuentra entre la espada y la pared, en una situación muy complicada, pero piensan que hay otras soluciones alternativas al cierre de bibliotecas de la ciudad.
Este es el punto de vista de Amy Dougherty, directora de la asociación de Amigos de la Biblioteca gratuita. Ella habla de sacrificarse todos (ellos también), por ejemplo ofreciendo los servicios bibliotecarios tres días a la semana en toda la red municipal para mantener todas las bibliotecas abiertas, reducción de servicios que se mantendría hasta que se salga de este colapso financiero.
Sin embargo, el alcalde se mantenía firme en su posición de cerrar las bibliotecas. A lo que los residentes se oponían enconadamente y estaban dispuestos a luchar por las bibliotecas, “aunque les llevase una vida lograrlo” como decía Francina Collins, una ciudadana de West Philadelphia.
Finalmente, la solución ha llegado del sector privado. La organización caritativa “Ed Zinder Youth Hockey Foundation” creada por el fundador del equipo de hockey-hielo de la NHL Philadelphia Flyers está en negociaciones con el ayuntamiento para hacerse con la gestión, no sólo de los campos de hockey-hielo comunitarios, sino también con las piscinas y bibliotecas públicas, cuyo cierre estaba programado.
El alcalde Nutter, en una declaración oficial, consideró que “este acuerdo es un ejemplo de una fantástica relación entre lo público y lo privado” y que “en esta situación presupuestaria, necesitamos ser más creativos sobre cómo proporcionar servicios”.
Interesante sería saber en qué queda toda esta problemática. Esperemos que, finalmente, los ciudadanos de Philadelphia conserven sus servicios comunitarios, en concreto para lo que más nos concierne sus bibliotecas públicas a un buen nivel de funcionamiento.
Y desear que la crisis económica golpee con la menor virulencia posible, ya sea en New York, Madrid, Freetown, La Paz o Bangladesh. Ya nadie puede dudar que lo que ocurre en una latitud del mundo afecta otro lugar emplazado a miles y miles de kilómetros. Lo que también deja claro esta noticia es que los derechos ciudadanos han de defenderse día a día, para evitar que puedan ser recortados con la excusa de una crisis económica o cualquier otra coyuntura política o social. Los ciudadanos de Philadelphia así lo han entendido y es de la manera que creo debemos comprenderlo todas las personas.
Un saludo cordial.
Nota1: las fuentes a través de las que he tenido conocimiento de esta noticia son ABC (incluye un vídeo) y The New York Times. También he llegado a la información gracias a LISnews.
Para ilustrar este fenómeno, la siguiente noticia venida de la ciudad de Philadelphia (Estado de Pennsylvania, EUA), con fecha de 22 de noviembre.
En diferentes puntos de la ciudad de Philadelphia, cientos de personas se manifestaron contra la decisión del alcalde Michael Nutter de cerrar 11 bibliotecas sucursales de la red municipal como medida para reconducir, en los próximos cinco años, un déficit presupuestario de un billón de dólares (no sé si la cantidad que han puesto es equivocada porque, si realmente es este monto, es una barbaridad).
Un manifestante afirmó que “cuando el alcalde Nutter tomó posesión del cargo, él decía que dos temas tenían máxima importancia en su agenda. El primero era reducir la delincuencia y el segundo terminar con el fracaso escolar en los institutos, y la idea de cerrar las bibliotecas es exactamente la antítesis de estas dos cuestiones”.
No se trata de que estos manifestantes no entiendan que la ciudad se encuentra en una crisis económica y que el alcalde se encuentra entre la espada y la pared, en una situación muy complicada, pero piensan que hay otras soluciones alternativas al cierre de bibliotecas de la ciudad.
Este es el punto de vista de Amy Dougherty, directora de la asociación de Amigos de la Biblioteca gratuita. Ella habla de sacrificarse todos (ellos también), por ejemplo ofreciendo los servicios bibliotecarios tres días a la semana en toda la red municipal para mantener todas las bibliotecas abiertas, reducción de servicios que se mantendría hasta que se salga de este colapso financiero.
Sin embargo, el alcalde se mantenía firme en su posición de cerrar las bibliotecas. A lo que los residentes se oponían enconadamente y estaban dispuestos a luchar por las bibliotecas, “aunque les llevase una vida lograrlo” como decía Francina Collins, una ciudadana de West Philadelphia.
Finalmente, la solución ha llegado del sector privado. La organización caritativa “Ed Zinder Youth Hockey Foundation” creada por el fundador del equipo de hockey-hielo de la NHL Philadelphia Flyers está en negociaciones con el ayuntamiento para hacerse con la gestión, no sólo de los campos de hockey-hielo comunitarios, sino también con las piscinas y bibliotecas públicas, cuyo cierre estaba programado.
El alcalde Nutter, en una declaración oficial, consideró que “este acuerdo es un ejemplo de una fantástica relación entre lo público y lo privado” y que “en esta situación presupuestaria, necesitamos ser más creativos sobre cómo proporcionar servicios”.
Interesante sería saber en qué queda toda esta problemática. Esperemos que, finalmente, los ciudadanos de Philadelphia conserven sus servicios comunitarios, en concreto para lo que más nos concierne sus bibliotecas públicas a un buen nivel de funcionamiento.
Y desear que la crisis económica golpee con la menor virulencia posible, ya sea en New York, Madrid, Freetown, La Paz o Bangladesh. Ya nadie puede dudar que lo que ocurre en una latitud del mundo afecta otro lugar emplazado a miles y miles de kilómetros. Lo que también deja claro esta noticia es que los derechos ciudadanos han de defenderse día a día, para evitar que puedan ser recortados con la excusa de una crisis económica o cualquier otra coyuntura política o social. Los ciudadanos de Philadelphia así lo han entendido y es de la manera que creo debemos comprenderlo todas las personas.
Un saludo cordial.
Nota1: las fuentes a través de las que he tenido conocimiento de esta noticia son ABC (incluye un vídeo) y The New York Times. También he llegado a la información gracias a LISnews.
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