martes, 13 de mayo de 2008

La conquista del pan, de Piotr Kropotkin (I)

Hace algún tiempo dediqué un extenso artículo a “El apoyo mutuo”, libro que es tenido por la mayoría de autores como la obra cumbre de Kropotkin, en la que expone ejemplos reales y científicamente documentados de todo aquello que argumenta.

De igual modo, es curioso observar que también hay un acuerdo común sobre el carácter de panfleto político de la obra que hoy aquí deseo comentar, “La conquista del pan”.

Y digo que me parece curioso porque si acudimos al diccionario de la RAE y buscamos la palabra panfleto, obtenemos estas dos acepciones:

1.Libelo difamatorio.

2.Opúsculo de carácter agresivo.


Y ninguno de estos significados puede extraerse de la lectura de este libro. Si expresar un ideal de construcción de sociedad, una alternativa al desalmado y cruel mecanismo económico de aquella época (que sigue siendo el mismo de nuestro tiempo, es decir, el capitalismo) es escribir un panfleto, no puedo estar más en desacuerdo. Si nos referimos con panfleto a la descripción minuciosa de una utopía, con un definido trasfondo ideológico y filosófico (el anarquismo), de una posible realidad que el autor considera desesable, entonces estaré de acuerdo de que se trata de un panfleto, en el mejor sentido de la palabra.

En esta entrada pretendo realizar un comentario-resumen, en algunos momentos bastante exhaustivo, en otros momentos parecido a un torbellino de ideas al viento pero que, desde luego, no puede en modo alguno sustituir a la lectura de esta obra de referencia universal.


-Como se alude en el prólogo de la edición que he tenido la suerte de leer, Kropotkin representaría un ejemplo paradigmático de la contradicción. Tanto es así que se le llama “el príncipe anarquista”, una denominación que puede considerarse un buen resumen de su vida. Pero ese modo “diferente” (por decirlo de algún modo) de ver la realidad del pensador ruso le confiere una preclaridad que todavía asombra. Ya que el principio de la contradicción es el elemento esencial del libre pensamiento, libre porque permite:

  • expresar lo que realmente se piensa

  • escuchar lo que dicen los demás

  • reconocer y enmendar los propios errores


Al leer a Kropotkin, también surge en mí una enorme contradicción: a pesar de que hable de la toma del poder mediante la fuerza como única vía fiable para que el pueblo alcance la capacidad de decisión que de otro modo se le negaría, no veo en el escritor ruso una querencia por la violencia. Más bien todo lo contrario, considero que su discurso está lleno de filantropía, de concordia, de conciliación. En mi opinión (algo meramente personal), Kropotkin internamente cree en la posibilidad de convencer a toda la sociedad de la bondad de la sociedad anarquista.

Kropotkin, como científico que es, tiene plena confianza en los avances técnicos de la ciencia, y tiene la certeza de que en su desarrollo está todo lo que la humanidad necesita para vivir bien. Es decir, la ciencia está para servir al hombre.

Pero estos progresos no se han hecho sin coste alguno. Han conllevado mucho sudor y mucha sangre humana, por lo que no es lícito de que ello se aprovechen unos pocos individuos egoístas. Esos avances han sido producto del trabajo de la colectividad y los beneficios deben revertir en toda ella por igual.

El saber científico es la herencia de siglos y siglos de esfuerzo, en la cual se han conjugado por igual el trabajo intelectual como el trabajo físico. De ahí que nadie tenga derecho a apropiarse de algo que pertenece a la colectividad (sólo con esta aseveración, que es una verdad transparente, temblarían los registros de propiedad intelectual y los registros de patentes).


Sin embargo, el sistema capitalista, amparado por el poder político, ha permitido que unos pocos detenten los medios de producción y que el trabajador tenga que ceder buena parte del producto de su trabajo al injusto propietario. En un mundo de libre contratación, se reproducen unas condiciones aún más humillantes que durante el feudalismo (Piotr podría haber escrito esto mismo, sin problema alguno, en la actualidad).

Como principio, el autor confía profundamente en la posibilidad real de la utopía.

Y, seguidamente, ya saca a la palestra la cuestión sangrante (tan actual) de la legión de zánganos que viven a costa de los productores, es decir, los intermediarios.

Pero también denuncia a los productores por limitar la producción con el objeto de que los precios no bajen, las guerras (Kropotkin es un activo anti-belicista), el colonialismo, el aparato judicial del Estado, así como el aparato mediático del mismo, y la gran cantidad de fuerza productiva que se desperdicia inútilmente en el ocio de los ricos.

Todo ello le lleva a concluir que la propiedad debe ser colectiva para terminar con la explotación de los trabajadores. El medio es la expropiación; la finalidad, el bienestar de todos.


La toma por el pueblo de las fuerzas productivas sólo puede lograrse mediante la fuerza, la violencia, no por vía legislativa. Es cierto que existen varios modelos de proceso revolucionario, pero en todos ellos el pueblo espera con paciencia a que los jefes de la Revolución tomen las decisiones oportunas. Y mientras la miseria crece.

Para evitar estos engaños de quienes han tomado el poder, desde el inicio el pueblo ha de tomarlo y trabajar lo necesario para lograr el bienestar. No ha de pedir el derecho al trabajo, sino el derecho al bienestar. “El derecho al bienestar es la revolución social; el derecho al trabajo es, a lo sumo, el presidio industrial” (es imposible decirlo con más rotundidad).


Cuando ya nos encontremos en un mundo con un nuevo modo de producción, el salario no podrá conservarse, ni siquiera en la forma que señala el colectivismo. Simplemente todo ha de ser de todos, el comunismo en esencia, a cada uno según sus necesidades. Es interesante que Kropotkin observa esta máxima dentro de las propias sociedades capitalistas, por ejemplo en los billetes de tren por zonas, que responden a las necesidades de cada individuo.

La tendencia innata del ser humano al apoyo mutuo, que se manifiesta en los momentos de penuria, debería extenderse a la vida cotidiana a través de la propiedad colectiva de la producción.

Es muy importante ver que el anarcomunismo se diferencia de otras tendencias socialistas por la búsqueda tanto de la libertad política como de la libertad económica.

Como es lógico, Kropotkin aboga por la supresión del Estado, de la clase política y enfoca su mirada hacia la vida de la gente, a la “intrahistoria”.

Conforme a esto, una sociedad anarco-comunista se organizará, no ya en torno al parlamentarismo (propio del capitalismo), sino en base a la federación y el asociacionismo libres.


-Kropotkin tiene muy claro que la riqueza de la alta sociedad, proviene de la miseria de los pobres. Una manifestación meridiana son las guerras, que tienen buena parte de culpa de la existencia de la pobreza. Y fácilmente se puede entender que quien desata una guerra lo hace en beneficio propio.

Rechaza por principio los derroches y los gastos fastuosos de los ricos y señala igualmente que el ahorro procede de la explotación de los necesitados que no tienen qué comer.

Hilvanando con la cuestión del ahorro, el autor observa agudamente como todos los elementos de la economía se encuentran vinculados. Un ejemplo sencillo es el imbricamiento de la industria con la Banca.

Kropotkin no comparte en absoluto el sistema productivo imperante y, desde luego, critica duramente a los economistas, que diferencian entre instrumentos de producción y productos de consumo. Cree que la Economia debería desaparecer y ser sustituida por una ciencia que se dedicase al estudio de las necesidades del hombre.


Nota1: utilizo el género masculino de forma genérica para facilitar la lectura, por lo que los sustantivos en forma masculina hacen referencia a personas de ambos sexos.

Nota2: divido este artículo en varias entradas para facilitar su lectura.

Nota3: la foto ha sido extraída de talkinghistory.org

1 comentario:

  1. http://spa.anarchopedia.org/Resumen_de_La_conquista_del_pan es exactamente el mismo de esta página

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