lunes, 10 de marzo de 2008

Diatriba entre el libro tradicional y el libro electrónico

Desde hace ya mucho tiempo, viene debatiéndose el futuro del libro tradicional (o de papel) frente a la más clara omnipresencia de Internet, de la informática y, con ambas, también de los libros electrónicos. Muchos autores han vaticinado la desaparición, en mayor o menor tiempo, del libro tradicional, ese hermoso objeto que representa para muchos de nosotros una especie de templo, un auténtico refugio donde obtenemos alivio, sosiego, vivimos experiencias nunca antes vividas, etc.

Y creo que, sin duda alguna, el libro de toda la vida pervivirá sin ningún problema a pesar de que, cada vez más, vivamos la mitad del día con los ojos pegados a la pantalla de un ordenador. Porque este hecho es igualmente insoslayable. El número de textos electrónicos que leemos crece globalmente a un ritmo impresionante. Pero la realidad analógica puede convivir perfectamente con la realidad digital. En modo alguno son excluyentes. Como suele suceder, en el término medio suele estar la medida justa.

Todo esto viene a cuento de un interesante artículo de Ben Macintyre, columnista de Timesonline, "Los libros electrónicos nunca serán nuestro amigos". Esta realidad dual que he comentado anteriormente, es analizada por el escritor de un modo, a mi juicio, muy equilibrada. Como es inevitable, el autor comenta los problemas y conflictos que acarrea la defensa de los derechos de autor en el formato digital. Un tema para el que habrá que hacer uso del ingenio, en busca de soluciones razonables y que contenten a todas las partes interesadas. Voy a transcribir algunos de los párrafos más interesantes. Quizá algunas afirmaciones puedan parecer contradictorias pero, en mi opinión, no lo son. Lo que hacen es mostrarnos la complejidad de la materia, a la que no se adecuan aseveraciones definitivas a favor o en contra del libro tradicional:


-En 1998 predije que esta pequeña máquina (el ordenador) sería el invento más revolucionario para la industria editorial desde la invención de la edición rústica destinada a un mercado popular en 1936.

-Esta semana, cuando una editorial británica anunció la completa digitalización de sus catálogos, nuevamente se volvió a proclamar la desaparición del libro. El libro electrónico remplazaría a la versión en papel...Todavía esto no ha sucedido: el libro impreso es el mismo objeto, en esencia, que siempre ha sido. La música, el cine y la televisión han sido convertidos rápidamente a formato digital; la lectura en formato breve (blogs, periodismo, correo electrónico) ha prosperado en la web desde sus comienzos.

-En cambio, la literatura de formato extenso ha demostrado ser tercamente resistente (a estos cambios).

-Los amantes de los libros argumentan que la experiencia tactil de la lectura nunca podrá ser transmitida por un artefacto electrónico...Tienen razón, pero estos factores físicos son secundarios (hay que añadir: en el libro de papel). Los libros "funcionan" porque olvidamos que están ahí. El libro material desaparece mágicamente, llevando al lector a otro mundo. Por el contrario, el libro electrónico, con sus botones y su plástico duro, tiende a introducir en nuestra conciencia que existe algo entre el lector y las palabras.

-Pero los nuevos lectores han salvado muchos de estos problemas...Cada vez más, los libros pueden ser descargados desde cualquier sitio y llevar cientos de obras en el bolsillo. Permanentemente enlazado a Internet, el libro se convierte en un modo de descubrir nuevos libros. Los libros electrónicos pueden ser incluso el combustible que alimente un nuevo "boom" de alfabetización, ya que en las librerías electrónicas no se necesita imprimir, y comprar un nuevo libro es barato, fácil e instantáneo.

-A pesar del potencial de los libros digitales, la cuestión de los derechos de autor sigue siendo crucial y sin resolverse. A menos de que los derechos de autor de la palabra escrita sobre el papel se defiendan con el mismo vigor en el formato electrónico, la propia tecnología que puede revitalizar la publicación, posiblemente sufriría un enorme daño. La costosa e innecesaria huelga de guionistas de Hollywood, finalizada recientemente después de tres meses, es un serio toque de atención sobre lo que puede ocurrir si los potenciales beneficios del cambio tecnológico no son comprendidos en su totalidad y distribuidos justamente.

-Solucionar la problemática del “copyright” es vital ya que, en un futuro, la escritura y la lectura pueden ser actos complementarios, que incluso se refuercen mutuamente. Como lectores de periódicos (digitales), nos formamos criterio y comentamos en directo las noticias y los artículos de opinión; del mismo modo los libros pueden dejar de ser el producto de una escritura individual, para pasar a convertirse, cada vez más, en un esfuerzo colectivo. Lógicamente, esto es más aplicable al género “realista” y no a los libros de ficción...


Sin embargo, nada de esto es comparable al encanto del libro material, tradicional. Un lector que se enamore de un libro, aunque la primera vez lo lea en formato electrónico, querrá tenerlo físicamente. Los libros son mucho más que el adorno de una habitación: son nuestros compañeros intelectuales.

Algunos libros son tan valiosos como para sacrificar un árbol; otros no. Y esta es la distinción que los libros electrónicos ofrecen. Una vez Ruskin comentó que “la literatura se puede dividir en dos clases, los libros de un momento, y los libros eternos”. Los clásicos permanecerán en papel, pero las obras contemporáneas, progresivamente, serán digitales: las novelas de aeropuerto, los libros de consulta, las memorias de celebridades.

Todas estas extensas y profundas reflexiones nos pueden llevar a conclusiones bastantes razonables y positivas como:

-Los libros tradicionales seguirán teniendo un importante papel en nuestras vidas, aunque posiblemente queden restringidos (especialmente la literatura) al ámbito del ocio y de la reflexión individual. Y, probablemente, al acotarse su rol, será más apreciado al convertirse en un objeto casi de coleccionista. Con ello, puede que la figura del bibliófilo reciba un impulso inesperado.

-La literatura en formato breve (blogs, periódicos y revistas on line, etc.) se adueñarán del ámbito digital. Lo mismo ocurrirá con la literatura “pasajera” o libros de actualidad (de los que ya nadie se acuerda tras haber pasado varios años). Con ello (especialmente con el último caso), le haremos un gran favor a los bosques, evitando talar árboles para la publicación en papel de obras efímeras o de ínfima calidad.

-Aunque para que este último hecho ocurra ha de resolverse el manido, recurrente pero muy presente tema de la defensa de los derechos de autor. Y como no parece que vaya a tener solución en un futuro próximo, habrá que consolarse con la utilización del papel reciclado (aunque no sea de buena calidad) y con que siempre podremos ir a la biblioteca pública más cercana para leer las últimas novedades literarias sin tener que rascarnos demasiado el bolsillo (que ya pagamos el canon bibliotecario).

En todo caso, los analistas del mundo editorial no pronostican grandes cambios en el corto plazo, ni tan siquiera a medio plazo.


En conclusión, para terminar con un buen sabor de boca, podemos observar que la llegada de los nuevos medios y aparatos tecnológicos no van a suponer ningún cataclismo: los amantes de los libros de papel podremos seguir disfrutando de ellos, y los nuevos avances comportarán muchos beneficios, especialmente para los bosques, que tanto respiro necesitan para poder seguir dándonos oxígeno limpio y sano con el que seguir respirando.


Un saludo cordial.

Nota1: utilizo el género masculino de forma genérica para facilitar la lectura, por lo que los sustantivos en forma masculina hacen referencia a personas de ambos sexos.

Nota2: Macintyre, Ben. “E-books will never be our friends”. TIMESONLINE (publicado el 15 de febrero de 2008).

1 comentario: