jueves, 22 de abril de 2010

Nuestro sino ... Pagar dos veces

Hace unos días, Randy Cohen (el "especialista en ética" de The New Yort Times) nos hacía partícipes de una reflexión que más de uno nos hemos hecho.

Ha comprado la última novela de Stephen King, "Under the Dome". Por lo visto se trata de un "mamotreto" de 1074 páginas. Nada manejable para una persona que se pasa los días trabajando de aeropuerto en aeropuerto. Así que decidió descargarse una versión digital pirata del libro.

¿Había hecho un acto ilegal? Consultó a su amigo Jamie Raab, editor de Grand Central Publishing y un vicepresidente ejecutivo del Grupo Editorial Hachette. Por supuesto le respondió que sí. Había realizado un robo a la propiedad intelectual del autor y del editor. Aprobar ese acto era lo mismo que aprobar el robo.

Pero, como dice Randy, se trata de un curioso robo. Lo correcto sería pagar por un libro por el que ya hemos pagado. Pero hay que recordar que ni siquiera ha salido a la venta la versión electrónica.


Las editoriales, al amparo de unos derechos de autor completamente sobredimensionados, quieren multiplicar sus beneficios, haciendo que compremos la versión en papel y la versión digital.

Además, tendríamos que tener en cuenta que la versión digital es todo beneficio, ya que los gastos de imprenta son cero. Y si se vende por Internet a través de la web de la editorial, también son cero. Los gastos de traducción, edición, etc. ya se han realizado en la versión de papel.
De manera que el nuevo mundo digital con la aparición de los e-readers no parece un mundo de incertidumbres. Si no un paraíso de beneficios. Eso sí, con muchos litigios judiciales. Porque las leyes de protección de los derechos de autor son anacrónicas y en el nuevo entorno híbrido perjudican al consumidor.

En Estados Unidos ya están saliendo a la venta las primeras novedades editoriales y best-sellers en versión digital. Los editores españoles estiman que eso sucederá en nuestro país a partir de finales de este año. Desde ese momento, las redes P2P en España también serán el objeto del odio de los editoraliales y sociedades defensoras de los derechos de autor.

Ya no les bastará con tener la propiedad de los derechos de autor (del autor propiamente dicho, del traductor, del prologuista, del ilustrador, etc.). También querrán ser propietarios del formato. Imagino que argumentarán que si fuera legal descargar gratuitamente un libro porque se posee la versión de papel, sería como admitir que podemos llevarnos gratis de la librería la versión de bolsillo de una obra de la que ya poseemos la versión de tapa dura. Y tiene su lógica, muy enrevesada, pero la tiene.

Si ya hablamos del intercambio de libros electrónicos a través de las redes P2P, el lío está asegurado. Porque ahí para ganar la batalla lo van a tener mucho más complicado.
Siempre nos quedará ir a las bibliotecas públicas y llevarnos el libro que queramos sin pagar, que para eso son públicas ... ¡Ah! Que ya pagamos casi un millón y medio de euros al año. Al final siempre haremos lo mismo... Pagar dos veces.

Nota:
enlace al artículo original publicado en la versión en línea de The New York Times, con fecha de 29 de marzo, escrita por Randy Cohen.

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