Desde hace unos años, la cuestión de los derechos de autor es una polémica recurrente, un tema que está en las conversaciones cotidianas y en los los medios de comunicación. Casi con toda seguridad, el causante de ello ha sido que los ordenadores e Internet están disponibles para el gran público.
De repente, las sociedades defensoras de los derechos de autor ha comenzado a cobrar por multitud de conceptos. La mayoría de los mismos nos dejan patidifusos, ni se nos había pasado por la cabeza que se tuviese que pagar por ellos.
Un ejemplo de ello aparecía hace unos días en el periódico El Norte de Castilla: la agrupación local de IU de Benavente (provincia de Zamora) quería realizar un recital de poesía de Miguel Hernández con motivo del Día del Libro. Pero al conocer que tendrían que pagar 95 euros a la SGAE en concepto de derechos de autor, deciden cancelarlo. Se trataba de un acto popular, sin ningún ánimo de lucro. Para este tipo de casos, la SGAE "sólo" cobra 95 euros.
Posteriormente, escuché en la programa de RNE "Esto me suena" (minutos 9 a 14 del programa de 16 de abril) que asociaciones de hosteleros y empresarios de Montijo (provincia de Badajoz) y su comarca llevan varios meses de pleitos con la SGAE porque se niegan a pagar el denominado "canon". La persona entrevistada reflexionaba con muy buen criterio. Si tienen que pagar por poner la radio o la televisión en sus locales, ¿acaso no tendrían también que pagar a los diseñadores de las mesas, sillas, etc.? También ellos han realizado un trabajo intelectual. Y ya puestos, a los diseñadores de las máquinas de café, cajas registradoras, etc. ¿O es que ya se supone que están se adquieren con un fin comercial o industrial? Sin duda, si queremos liar la madeja, esto se puede convertir en un sinsentido, todo el mundo podrá cobrar por cualquier cosa. A este paso, en este país no se podrá abrir ni un puesto de venta de pipas.
Lo más escandaloso del ejemplo de Montijo es que los hosteleros, nada más abrir su comercio, reciben una factura de la SGAE, diciendo que tienen que pagar porque están poniendo obras de autores que son defendidos por la SGAE. Cuando se les pregunta qué autores son, se les responde que no pueden decirlo porque son muchos. Pero como dice el señor entrevistado, ya no sólo existen licencias de copyright, sino también Copyleft o Creative Commons.
Estos ejemplos pueden considerarse poca cosa si los comparamos con el tema de Internet y de las redes peer to peer (o P2P). ¿Cómo se le puede ocurrir a la gente compartir archivos que ya tienen (ya sean libros, películas, etc.) con el objeto de no tener que comprarlos? Pero no es necesario irse al campo de lo virtual. Existen unos lugares físicos en los que la gente comparte libros sin necesidad tener que comprarlos y, por tanto, sin necesidad de que haya que producir más y más libros. ¡Deberían prohibirlos! ... Por cierto, estos sitios son las bibliotecas públicas.
Concluyendo, la inmensa mayoría estamos de acuerdo en que muchas de las reclamaciones de la SGAE (y otras sociedades protectoras de los derechos de autor) son extravagantes, por no decir aberrantes. Pero no es menos cierto que si tienen lugar es porque hay unas leyes que las amparan. De modo que lo que debería reclamarse no es la supresión de la SGAE, sino la derogación de esas leyes. Del Parlamento es la responsabilidad de que no sigamos viendo noticias tan "pintorescas".
Un saludo cordial.
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