domingo, 27 de julio de 2008

"Sobre la vida feliz". En Diálogos, de Séneca

-Para alcanzarla, en primer lugar, no hay que seguir el camino tomado por la mayoría. Lo mejor no es lo que agrada la mayoría: “la prueba es la abundancia de lo peor”.

-La felicidad no hay que buscarla en lo aparente, en lo que resplandece exteriormente. Hay que hallarla en lo escondido: no asombrándose de ningún suceso. Así se llega a la perpetua tranquilidad, a la libertad.

Éstas vienen de obviar los placeres (y con ellos, los dolores) y la casualidad. Así se llega al conocimiento de la verdad y a la afabilidad, que provienen del propio bien del espíritu.

Actuar según lo que dicta la razón lleva a la felicidad. Feliz es quien se contenta con lo que tiene el presente, sin ansiar nada más.

-Epicuro consideraba que el placer no se podía separar de la virtud. Y que el lugar de los placeres se encontraba en el vientre. Séneca piensa que todo este razonamiento es un disparate.

-Los vicios dan lugar a resoluciones contradictorias. Las virtudes originan decisiones unánimes.

-Lograr la virtud es el bien supremo, no se puede pretender conseguir algo más elevado.

-Quien se deja en manos de los placeres, se descuida a sí mismo, abandona su libertad y se hace reo de ellos.

-“Hemos nacido en un reino: obedecer al dios (las leyes de la naturaleza) es la libertad”.

-En su escrito, hay un componente muy significativo de autojustificación, ya que posee enormes riquezas y, al mismo tiempo, propone la austeridad y exhorta a desdeñarlas. Séneca se anticipa a las críticas de sus posibles detractores.

Arguye que las riquezas están justificadas siempre que se obtengan honestamente. No son el bien principal, pero es más deseable tenerlas que no tenerlas. Todo ello lo resume muy bien en una frase: “Que prefiero moderar mis goces, a reprimir mis dolores” (sin duda, un buen ejercicio de cinismo entre lo que predica y lo que hace).

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