lunes, 14 de julio de 2008

"Sobre la ira" (II). En Diálogos, de Séneca.

-La ira es un impulso. Y necesita del consentimiento del ánimo. Si no va más allá de ser un “arranque”, contenido por la razón, se queda sólo en una emoción casual.

Séneca analiza y distingue con gran detenimiento las diferentes gradaciones de las acciones humanas.

-La costumbre, si se deja llevar por la ira, convierte a la persona en desalmada y cruel, gustosa y calma en la barbarie.

-La tristeza, la aflicción, es compañera y contrapeso (más bien simplemente posterior) a la ira.

-Séneca describe el modo de actuar de los ciudadanos romanos como una competición en la maldad.

Para poder juzgar todas estas acciones, el sabio no puede caer en la ira, ya que las razones para airarse y afligirse son infinitas.

-Errar es común a todo el género humano, por lo que el sabio debe conceder el indulto a toda la sociedad (incluyéndose a sí mismo).

-El sabio se hace, no nace.

-No hay tarea, por difícil que sea, que la mente humana no pueda superar. Por ello, puede alejar de sí la crueldad y la ira, con lo que logrará la mayor de las recompensas: la tranquilidad de espíritu.

“Es fácil la protección de todas las virtudes; los vicios se practican con grandes costes”.

-La retórica, la oratoria, es similar al ejercicio del actor: ha de convencer a un auditorio mediante la simulación de sentimientos. De manera que define la política como el acto de fingir, de mentir.


-Los remedios de la ira son:

  • La educación sana de los niños desde pequeños, sin caer tampoco en el embotamiento de su carácter. Nada produce más iracundos que la educación blanda y complaciente.

No aguantará las afrentas uno al que no se le ha negado nada”. Uno de los mayores males de nuestra época en los países desarrollados principalmente, ya lo era también en tiempos de Séneca. “Hay que apartar a la infancia lejos de la adulación: que oiga la verdad…que tengan las riquezas de sus padres a la vista, no a la mano”.

  • Cuando ya se es mayor, lo que único que se puede hacer contra la ira es evitar caer en sus acciones.

Para ello, no hay que tener oídos propicios a los calumniadores, pues puede llevarnos a culpar a inocentes. Es mejor dejar pasar el tiempo, que siempre deja al descubierto la verdad. De manera que no hay que dejarse llevar por las apariencias, que alimentan las sospecha y la conjetura.

También hay que evitar enojarse por banalidades y mezquindades. Esta forma de actuar la provoca el lujo inmoderado e intolerante. Es absurdo airarse contra las cosas inertes y menos aún con los dioses.

Para llegar a la sabiduría es necesario reflexionar habitualmente sobre nuestros propios actos. “Nadie de nosotros está sin culpa” (esto suena claramente al mensaje cristiano).

-La moral natural (generosidad, humanidad, buena fe, etc.) va mucho más allá de lo que exigen los códigos civiles.

-Cuando juzgues las costumbres de uno, medita sobre las de todos.

-Séneca alude al concepto de cosmopolitismo, que define a la sociedad universal de la que forman parte

-A lo largo de su obra, Séneca pone como reflejo de todos los excesos de la realeza y del tirano a Gayo César, más conocido como Calígula.

“La clase más ofensiva de venganza es que alguien no nos haya parecido digno de tomar venganza contra él”.

-La ira es el peor de los sentimientos y supera a todos los defectos. Es tan espantoso que se refleja exteriormente, afeando sobremanera el más hermoso de los rostros.

“¿Qué hay más encomiable que cambiar la ira por la amistad?…sin pareja no hay pelea”.

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