-La ira es el único de los sentimientos que puede sacudir a la vez a toda una multitud, lo que lleva a la realización de atrocidades.
-Séneca muestra nuevamente todo el mal que entraña la ira, e intenta descubrir la falsedad de todos los ilustres filósofos (como Aristóteles), que aseguran que la ira da el ímpetu para realizar grandes empresas.
-Asegura que la ira es contraria a la naturaleza del hombre: de ésta viene todo lo bueno, de la ira todo lo malo. Pero cabe preguntarse ¿no pertenece al hombre si es uno de sus sentimientos?
-El mejor modo de evitar la ira es eludiendo a las personas que nos la producen: el soberbio, el insolente, el envidioso, etc.
-La ira ha de vencerse al primer síntoma que presente: para ello hemos de conocer nuestros puntos débiles.
-En todo caso, hay que reprimir la ira. Pero si se trata de una infamia en exceso dolorosa, propone como salida al inmenso dolor el suicidio.
-Séneca vuelve a poner otro ejemplo de la crueldad del tirano, del rey. Al mismo tiempo, pone otros numerosos casos de reyes que, a pesar del poder absoluto que ostentaban, no contestaron con su ira a muchas impertinencias que recibieron.
-El autor reitera su idea de la inmundicia que representa la ira. Siempre será más llevadero superar el ultraje que la ira. Exhorta a soportar la injuria porque “todos somos malvados”. “Así pues, seamos más amables mutuamente: malvados, entre malvados vivimos”.
-De la envidia suele surgir muchas veces la ira. Por ello, es conveniente conformarse con lo propio. “Menos tengo de lo que esperaba: pero quizá esperaba más de lo que debía”.
-Un modo acertado de mantener controlada la ira es mediante el examen de conciencia todos los días antes de dormir, como hacían los pitagóricos.
-No merece la pena dejar nuestro tiempo, arrastrados por la ira, en tratar de hacer daño a alguien. La vida es muy corta y no se puede malgastar el preciado tiempo.
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