sábado, 7 de junio de 2008

Una reflexión sobre el Open Access y su situación actual, de Mark E. Funk

En esta entrada me quiero hacer eco de un artículo que me parece interesante, relacionado con la temática del Open Access. Su autor es Mark E. Funk, el director gestor de la Weill Cornell Medical Library (Nueva York). Debido al área de trabajo en la que desempeña su labor (Medicina, que tanto depende de las publicaciones periódicas), creo que sus reflexiones pueden ser muy válidas para comprender la situación actual de la Iniciativa Open Access. Voy a tratar de compendiar las principales ideas, a riesgo de extenderme demasiado (e incluso traducir párrafos enteros):

La irrupción de Internet ha transformado completamente el trabajo de los bibliotecarios, algo que se ha hecho todavía más palpable en aquellos profesionales dedicados a la gestión de las publicaciones periódicas científicas, técnicas y médicas (STM, scientific, technical and medical).

Las publicaciones electrónicas han producido un efecto completamente contrario a lo que se suponía: el “nuevo mundo sin papel” ha encarecido el precio de la información científica hasta cotas inimaginables, provocando que las bibliotecas hayan tenido que dejar la suscripción de muchas revistas, con lo que se ha empobrecido el acceso a la información científica.

El Open Access parecía que podía romper con esta complicada situación, se asemejaba a una utopía: el sueño de cualquier biblioteca, proporcionar libre acceso a toda la literatura científica sin más requisito que tener una conexión a Internet. Sin embargo, el OA se ha encontrado con obstáculos muy difíciles de salvar.

En principio, como dice el autor, la definición de Open Access es simple: literatura científica que se encuentra disponible en Internet para ser libremente descargada, y exenta de la mayoría de restricciones que suelen imponer las licencias y derechos de autor.

Los principios del OA mejor conocidos son los procedentes de las Reuniones de Budapest (2002), y de Bethesda y Berlín (2003). Vienen a ser los siguientes:

  • La información debe estar libremente disponible en Internet, para que los usuarios puedan leerla, descargarla, copiarla, distribuirla, imprimirla y hacer uso de ella con propósitos lícitos, sin que existan impedimentos legales o económicos.
  • Los autores controlan sus derechos de autoría, y han de ser convenientemente reconocidos y citados.
  • Una versión completa del artículo ha de depositarse en un repositorio público.

El OA, gracias a Internet, ha rebajado muy sensiblemente los costes de la publicación de una revista científica. Pero el OA quiere que los trabajos que se publiquen tengan un mínimo de calidad, equiparable a las revistas científicas comerciales. Hay dos vías para lograr este objetivo:

-The Green Road: consiste en el “auto-archivo”. Según la disciplina científica, el modo de actuar es diferente. Por ejemplo, en Física y Economía se permite la publicación de pre-prints (sin revisión de especialistas). En cambio, otras ciencias como la Biomedicina sólo permiten la publicación de post-prints (artículos ya revisados). En cualquier caso, incluso dentro de la misma disciplina, los editores utilizan diferentes reglas.

Para homogeneizar esta situación, una organización británica llamada SHERPA/RoMEO ha recogido las diversas políticas de muchos editores y las ha colgado en su página web, diferenciadas por colores:

  • Green publishers: permiten depositar tanto pre-prints como post-prints.
  • Blue publishers: sólo dejan depositar post-prints.
  • Yellow publishers: únicamente permiten archivar pre-prints.
  • White publishers: no permiten la publicación en OA.

Por otro lado, existe el ROAR (Registry of Open Access Repositories), que alberga cerca de 900 repositorios OA de todo el mundo. Así mismo, en la web de Open Archives Initiative hay herramientas especializadas de búsqueda de artículos OA.

En todo caso, aunque actualmente la publicación de un artículo sea mucho más sencilla que hace unos años, el investigador sigue sujeto al modo de proceder de la institución que le proporciona los fondos para realizar su investigación.

Pero parece ser un obstáculo mucho mayor la reticencia de los autores a publicar sus trabajos en OA. El autor nos ilustra con un ejemplo muy revelador: National Institutes of Health, la mayor institución mundial patrocinadora de investigaciones biomédicas, a través de su política de publicación, en 2005, aconsejó (no obligó) a los investigadores bajo su mecenazgo que archivaran sus artículos tras seis meses de ser haber sido publicados (en una revista científica) en un repositorio libre denominado PubMed Central. Hasta la fecha (mediados de 2007), los autores sólo habían depositado el 4% de los artículos aptos.

Sólo unas pocas instituciones patrocinadoras están exigiendo el depósito de las investigaciones en repositorios libremente disponibles.

Sin embargo, la iniciativa The Green Road está calando en bastantes autores, editores y sociedades científicas y, a su vez, está provocando el miedo en las editoras comerciales, ya que si las bibliotecas sólo tienen que esperar seis meses para tener acceso a las publicaciones científicas, ¿qué objeto tiene suscribirse a las mismas?

-Mientras que la mayoría de los editores tradicionales están luchando contra The Green Road, la otra estrategia del Open Access, The Gold Road está creando un nuevo sistema de revistas OA. Se trata de revistas de pago que publican sus artículos en Internet siguiendo los principios OA (pueden ser consultados libremente por cualquier persona). El principal directorio de revistas de acceso abierto es el conocido DOAJ, mantenido por la Universidad de Lund (Suecia). Contiene cerca de 2700 publicaciones periódicas científicas.

Lo que diferencia a estas revistas de las tradicionales es el modelo “author pays”. En él, en vez de que el suscriptor pague por acceder, es el autor quien contribuye con una cantidad de dinero que cubre los costes de edición y distribución del artículo. Una variante de este modelo es la afiliación institucional: la institución del investigador aporta una tasa anual al editor OA, y todos los autores de esa organización están exentos de cualquier pago para la aceptación de sus investigaciones, o se les ofrece un descuento. Además, en la mayoría de los casos, los editores OA hacen excepciones con aquellos autores que no pueden hacer frente a la cuota de edición. Hay un creciente movimiento mundial de instituciones patrocinadoras que subvencionan estos costes automáticamente, incluyéndolos en su financiación. Hay una amplia lista de instituciones de mecenazgo que han elaborado sus políticas de publicación y de tasas; las conserva BioMed Central.

Las Revistas OA son un fenómeno relativamente nuevo, que compite con el amplio y sólidamente establecido mercado de las publicaciones científicas tradicionales. En este momento es imposible predecir si el movimiento de las “OA Journals” tendrá éxito. Lo que sí es seguro es que necesita de instituciones patrocinadoras que lo respalden.

La situación es la siguiente: existen muchos obstáculos para que los investigadores cuelguen sus artículos a través de The Green Road. Por otro lado, sólo hay unos cuantos editores importantes OA, la mayoría de ellos con un futuro incierto. Con este panorama, ¿qué rumbo va a tomar el sueño del Open Access? Actualmente, nos encontramos con aspectos positivos y negativos:

· Positivos: cada vez más agencias piden el depósito de los artículos; crece el número de revistas OA.

· Negativos: hay poca voluntad en el depósito de las investigaciones; la mayoría de empresas editoras están luchando contra el movimiento OA.

En una situación intermedia, se halla el denominado “formato híbrido” de Open Access. Esta opción está siendo ofrecida por algunos editores tradicionales. Una vez aceptado el artículo para su publicación, si el autor paga una cuota adicional para la revisión por pares, la copia de la edición y la distribución en Internet, el artículo estará disponible libremente para ser consultado a través de la Red. Sin embargo, no se trata realmente de Open Access, porque el copyright, normalmente, sigue controlado por el editor (Springer es una excepción) y, en la mayoría de los casos, los artículos no están almacenados en repositorios públicos, sino que únicamente se hallan en el sitio web del editor. Realmente, este modelo está siendo utilizado por muy pocos autores y para las editoriales es más un sistema de obtener dinero que otra cosa.

La verdad es que el sueño o la utopía del Open Access se encuentra mucho más lejos de conseguirse de lo que, en un principio, se pensaba. Pero hay algunos datos esperanzadores. Por ejemplo:

· DOAJ alberga alrededor de 2700 revistas (dato de junio de 2007).

· MEDLINE (que sólo indexa artículos de biomedicina) añadió a su repositorio alrededor de 623000 artículos, sólo en 2006. Y el número sigue creciendo a cada año que pasa.

· The Registry of Open Access Repositories contiene más de seis millones de artículos.


En conclusión, a pesar de las enormes dificultades, la realidad de la ubicuidad (u omnipresencia) del OA, pasito a pasito, cada vez se encuentra más cercana.

Nota1: utilizo el género masculino de forma genérica para facilitar la lectura, por lo que los sustantivos en forma masculina hacen referencia a personas de ambos sexos.

Nota2: enlace al documento original, perteneciente a la 73º Conferencia General y Consejo de la IFLA, celebrado entre el 19 y el 23 de agosto, en la ciudad de Durban (Sudáfrica).

Nota3: la imagen ha sido extraída de la página de la APS (American Physical Society).

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