sábado, 20 de octubre de 2007

¿Contenido vs Autoría? ¿Qué es lo importante en un blog?

Hace unos días leí uno de los artículos de Lluis Codina (reconocido profesor de la Universitat Pompeu Fabra) que ha realizado muchos trabajos sobre información digital, web semántica, posicionamiento web, evaluación de la calidad de los sitios web, etc. En concreto, el trabajo titulado “La página web”. En una parte del mismo, se explican los indicadores y parámetros básicos que hay que tener en cuenta a la hora de evaluar un recurso electrónico.
Cuando habla de
la autoría, nos dice dos cosas que, en general, entendemos como completamente lógicas:

  1. Una web debe tener una declaración explícita de su autoría (quiénes son los responsables de la misma).

  2. Por principio se deben evitar páginas producto de iniciativas estrictamente personales, por diversas razones: irregularidad en la calidad de los contenidos; dificultad para saber si la persona que escribe sobre una materia es realmente fiable y solvente; en cualquier momento, la página puede ser abandonada por su autor/a; etc.


Por otro lado, en este mismo período de tiempo he conocido la iniciativa de la Revista “Trama y Texturas” referente a crear una red que englobe a todos aquellos blogs relacionados con los libros, la lectura y la influencia de las nuevas tecnologías. En el cuestionario que proponían como modelo para proporcionar la información necesaria, el apartado de autoría se presenta como voluntario.

Como se puede ver, entre dicho cuestionario y las normas de evaluación que propone Lluis Codina, hay algo que “chirría” sonoramente y que me ha echo preguntarme: ¿saber la autoría de un blog es importante?


Y, a partir de esta cuestión, surgen otras como: ¿de qué modo se puede saber que el autor de un blog es quien dice ser? (en la línea de lo que argumenta Lluis Codina). Por ejemplo, yo podría decir que soy profesor de Information Science en la Universidad de Melbourne, poniéndome el nombre de un profesor de dicho Departamento. Quizá podría extrañar que escriba con normalidad en castellano, pero hasta que alguien de ese Departamento no viese mi página y descubriese la falsedad, posiblemente la inmensa mayoría de los visitantes no dudarían de mi identidad. Sé que el ejemplo es rebuscado, pero podría haber dicho el nombre de una Universidad latinoamericana y el “engaño” podría ser más sencillo de realizar. Si bien es verdad que una vez que se descubriese, mi página perdería toda credibilidad, hasta entonces podrían ser muy bien considerados mis artículos y opiniones.

Esto me hace plantearme: ¿qué tiene más importancia, la autoría o el contenido? Para resolver esta pregunta (o para enmarañar más la cuestión) pondré los siguientes casos:


-El escritor de “La Celestina” o “Tragicomedia de Calixto y Melibea” fue un asunto estudiado durante mucho tiempo, pues no estaba claro quién era. Desde hace un tiempo quedó consensuado que fue Fernando de Rojas. Sin embargo, si no se hubiese descubierto el verdadero autor, ¿habría dejado de ser una de las obras cumbres de la literatura española?

-Quizá el ejemplo anterior nos quede bastante lejano, por tanto vayamos a algo mucho más cercano: la Wikipedia, la enciclopedia libre. En ella participan miles de persona sin ningún ánimo de lucro, con el único afán de contribuir a un mayor conocimiento y difusión de la cultura. No somos pocos quienes la consultamos; no es casualidad que pongamos un término o un personaje histórico en Google y la primeras referencias sean de la Wikipedia en diferentes idiomas.

En cambio, no solemos saber cuáles son las personas que escriben en ella. Lo conveniente es contrastar esta fuente con otras para tener la seguridad de que lo que estamos leyendo es cierto. Además, digamos que nos fiamos en buena medida porque es una enciclopedia que está renovándose y revisándose constantemente por los diferentes usuarios que participan activamente en ella.

Puede que yerre algo más que otros materiales, aunque se han hecho estudios que han demostrado que su fiabilidad es prácticamente similar a la de la prestigiosa Enciclopedia Británica. Además, deberíamos tener en cuenta algo que creo es de sentido común: por lo general, nadie va echar muchas horas de su tiempo en elaborar una patraña con la que engañar a la gente o vender su propia ideología barata. Y digo “en general”, porque excepciones “haberlas, haylas”, como las meigas.

-Por último, voy a poner un ejemplo que me atañe, insistiendo en lo expuesto en el anterior punto. No hará más de una semana cuando comprobé que habían visitado mi blog a través de la Wikipedia. No entendía cómo esto podía ser posible, así que pulsé en el vínculo. Para mi sorpresa, algún usuario de la Wikipedia había considerado de interés un artículo que escribí sobre “El apoyo mutuo” de Kropotkin, y lo había insertado en la sección de enlaces externos del concepto “Ayuda mutua”. Que nadie piense que pongo este ejemplo para vanagloriarme. Sería absurdo por mi parte. Esto le debe haber ocurrido a infinidad de gente. El artículo que escribí únicamente es uno más de los comentarios literarios que he escrito en mi blog sobre libros que he leído. A esto he de añadir que lo único que aparece en el perfil de mi espacio es mi dirección de e-mail y poco más.


En conclusión, ¿qué es lo que importa realmente en un blog (o en cualquier otro recurso)? ¿Autoría o contenido? Si el contenido se contrasta y se comprueba que realmente es bueno y original, pero no sabemos quién lo ha escrito, ¿lo desecharemos por ello?

Todas las personas que mantenemos un blog (un@s con mayor periodicidad que otr@s) sabemos perfectamente la cantidad de horas y el esfuerzo que conlleva. En la actualidad, si hay un bien valioso por excelencia (diría que por encima del dinero) es el tiempo. ¿Quién puede permitirse el lujo de derrocharlo escribiendo chorradas? Creo que casi nadie. Por ello, considero que todo recurso o material que requiera mucho esfuerzo y tiempo podría ser susceptible de ser evaluado.

Por otro lado, en esta época, el blog se ha convertido en un recurso electrónico generalizado y de una importancia creciente. Incluso, Google ya ha creado un buscador dedicado dedicado exclusivamente a blogs, Blogsearch. Sin embargo, atendiendo a la clasificación de Lluis Codina, el blog no entraría dentro de los sitios web a evaluar, por dos razones principales: su temporalidad y por tratarse de una iniciativa eminentemente personal (aunque cada vez son más las instituciones de todo tipo que van incorporándolo entre sus herramientas de trabajo y difusión) Por tanto, ¿es el blog un recurso de segunda categoría?


Sé que las opiniones que he expuesto pueden ser controvertidas y tengan muchos “peros” que ponerse a ellas. Precisamente por ello he escrito este artículo, con la intención de crear una polémica y un debate constructivos y animados sobre estas dos importantes inquietudes que me han surgido. Espero que el tema sea de vuestro interés y, sobre todo, que os animéis a exponer vuestras opiniones. Ya se sabe: en comunidad, se comunica y se aprende mucho más.


Un saludo cordial.

Nota1: Quisiera recomendar la página web personal de Lluis Codina. Es realmente excelente. En ella podréis encontrar la mayor parte de sus trabajos y artículos de investigación.

Nota2: la imagen ha sido extraída de la siguiente dirección: http://www.paisdigital.org/UserFiles/Image/genericas/web.jpg

2 comentarios:

  1. No creo que conocer la autoría de un blog sea imprescindible, sin embargo, tranquiliza e inspira más confianza, sencillamente porque el que da la cara suele engañar menos, y exponerse más. El que trabaja desde el anonimato queda impune ante las barbaridades y torpezas que pueda cometer.
    La identidad en la red, en todos sus sentidos, es un problema importante. Pongamos tan solo un ejemplo, frecuente y peligroso... la suplantación. Así tenemos, por ejemplo, cómo un individuo se hizo pasar por Rodrigo Fresán y mantuvo en internet un blog...
    Eso no impide, claro, que se puedan encontrar buenos blogs "anónimos". Pero el que hace un buen trabajo (o lo pretende) no suele esconderse.

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  2. Hola, buenas noches. En primer lugar, siento no haber podido responder antes. A continuación, quería agradecerte que hayas leído mi artículo (que es algo extenso) y, desde luego, tu aportación.
    Creo que, básicamente, coincidimos en la opinión que tenemos sobre la cuestión que planteé. Desde luego que un blog mantenido por una entidad prestigiosa o por una personalidad célebre por su trabajo, como dices, inspira más confianza.
    Con este texto únicamente quería manifestar lo difícil que puede resultar averiguar el autor real de un blog. El ejemplo que has puesto (y que desconocía) de Rodrigo Fresán es muy aclaratorio.
    Y también exponer que tras el anonimato o los seudónimos (que son tan viejos como la literatura misma) pueden existir buenos y fiables contenidos. A veces, en los casos de artículos de opinión o de denuncia, el/la autor/a puede considerar conveniente permanecer bajo el anonimato. Y la información será útil, tanto si se conoce como si no se conoce su autoría. Aunque no tenga que ver directamente con el tema, pondré un ejemplo: mucha gente no se atrevería a denunciar delitos o injusticias si no fuese porque tienen la posibilidad de hacerlo bajo el anonimato. Y los beneficios para la sociedad son exactamente iguales tanto si se está informado como si no se sabe la identidad de la persona.

    Gracias, un saludo cordial.

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