Me ha resultado curioso comprobar que parte de mis últimas entradas (incluido este texto) las he dedicado al pernicioso y nocivo acto de la censura, concretamente en las bibliotecas. Quizá pudiera parecer algo pensado de antemano, mas no es así.
Dejando a un lado estas cuestiones nada baladíes, voy a pasar a un tema directamente relacionado con las bibliotecas. El artículo que hoy traduzco se refiere a su período de alcaldesa en la localidad de Wasilla, y a la costumbre nada edificante de Sarah Palin de tratar de censurar la entrada en la biblioteca de la ciudad de todos aquellos libros que no le gustasen o no entrasen dentro de sus parámetros morales. Como decía George Smith acerca de Joan Karkos (en mi escrito de 2 de octubre), Sarah Palin tampoco es “madre de la comunidad ni es ese su cometido”. Ojalá que en lo sucesivo no siga con esas temibles “costumbres”. Espero que el artículo os resulte interesante. Un saludo cordial.
Palin presionó a la bibliotecaria de Wasilla
Retrocediendo a 1996, cuando Palin logró por primera vez ser alcaldesa, preguntó a la bibliotecaria de la ciudad si estaría de acuerdo en censurar libros de la biblioteca, debiendo pedirle permiso antes de tomar cualquier decisión.
Según la cobertura informativa de aquel momento, la bibliotecaria dijo que, desde luego, no estaba acuerdo con tal proposición. Varios meses más tarde, la bibliotecaria, Mary Ellen Emmons, recibió una carta de Palin diciéndole que iba a ser despedida. La cuestión de la censura no fue mencionada como la razón del despido. El escrito simplemente argumentaba que la nueva alcaldesa percibía que Emmons no la estaba ayudando en todo lo que podía, por lo que tenía que irse.
Emmons había sido la bibliotecaria de la ciudad durante siete años y era muy querida. Tras una oleada de apoyo de la ciudadanía, Palin cedió y permitió que Emmons conservase su trabajo.
Esto ocurrió hace doce años y la controversia desapareció durante mucho tiempo entre los mohosos archivos. Hasta esta semana. Bajo un intenso examen nacional, la cuestión ha regresado para perseguirla. Ha sido mencionada en nuevas informaciones en Time Magazine y en The New York Times y se expandido como un virus a través de la blogosfera.
Todas las historias son sugerentes, pero estos hechos son suficientemente graves como para no dejarlos pasar. ¿Realmente Palin prohibió libros en la Biblioteca Pública de Wasilla?
Enfrentamiento con Palin
En diciembre de 1996, Emmons contó al periódico local, “The Frontiersman”, que Palin le preguntó tres veces –comenzando antes de que hubiese jurado el cargo- sobre la posibilidad de retirar libros censurables de la biblioteca si la necesidad lo exigía.
Emmons dijo a The Frontiersman que rechazaba rotundamente considerar cualquier tipo de censura. Emmons, ahora Mary Ellen Baker, está disfrutando de su descanso, en su actual trabajo en Fairbanks, y no ha devuelto ningún correo electrónico ni mensaje telefónico en su miércoles.
La situación se dio por segunda vez en octubre de 1996, durante una sesión del Consejo municipal y Anna Kilkenny, una ama de casa que a menudo asistía a las sesiones, estaba allí. Como muchos ciudadanos de Alaska, Kilkenny habla de la gobernadora por su primer nombre.
“Sarah dijo a Mary Ellen, ´¿Cuál sería su respuesta si yo le pidiera eliminar algunos libros de la colección?´”
“Yo estaba escandalizada. Mary Ellen se puso en pie y dijo algo en la línea de ´Los libros de la colección de la Biblioteca de Wasilla fueron seleccionados según los criterios de selección nacional para bibliotecas de este tamaño, y me resistiría con todas mis fuerzas a prohibir libros´”.
Palin no mencionó títulos concretos de libros en esa reunión, afirmó Kilkenny.
Test de lealtad
¿Fueron prohibidos algunos libros censurados (por Palin)? June Pinell-Stephens, presidenta desde 1984 del Comité de Libertad Intelectual de la Asociación Bibliotecaria de Alaska comprobó sus archivos el miércoles y no encontró nada.
Pinell-Stephens tampoco recuerda ninguna conversación telefónica con Emmons sobre la cuestión anterior. Emmons era presidenta de la Asociación Bibliotecaria de Alaska en aquel tiempo. Los libros no pudieron ser retirados de las estanterías de la biblioteca, pero hubo otras repercusiones para Emmons.
Cuatro días antes de que se renovasen los cargos políticos del ayuntamiento, Emmons recibió una carta de Palin pidiéndole su dimisión. Misivas similares les llegaron al jefe de policía Irl Stambaugh, al director de obras públicas Jack Felton y al director de gestión económica Duane Dvorak. John Cooper, un quinto director, dimitió después de que Palin suprimiese su trabajo de supervisión del museo de la ciudad.
Palin contó al Daily News que las cartas eran simplemente un test de lealtad al volver al cargo de alcaldesa, que logró tras vencer a John Stein en una elección muy reñida. Stein había “comprado” a muchos de los jefes de los departamentos. Tanto Emmons como Stambaugh le apoyaron públicamente, en contra de Palin.
Emmons sobrevivió al test de lealtad y, por segunda vez, fue readmitida unos meses más tarde. En agosto de 1999, ella dimitió , dos meses antes de que Palin fuese elegida para un segundo mandato de alcaldesa.
Palin puede haber llegado a ser un personaje célebre en la última semana pero Kilkenny, que no es partidaria de Palin, está haciendo su pequeño camino hacia la fama en Internet. A principios de esta semana, envió un correo electrónico a amigos y familia para que respondiesen, desde su punto de vista, a la pregunta que los foráneos están realizando a cualquier persona de Alaska que conocen: ¿Quién es esta Sarah Palin?
El mensaje electrónico de Kilkenny logró una gran relevancia a través del ciberespacio y terminó en blogs de noticias. Ahora la madre y ama de casa de la pequeña ciudad de Wasilla está programando entrevistas con medios de noticias nacionales y ha logrado que su nombre aparezca en la portada de The New York Times, incluso siendo mal deletreado.
Nota1: el enlace al texto original, publicado en el periódico electrónico Anchorage Daily News (ADN), escrito por Rindi White, con fecha de 4 de septiembre del presente año.
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