-Sartori radiografía perfectamente, en apenas una página, la pobreza de los informativos actuales (y eso que este libro se escribió en 1997). Además, los telediarios sólo ofrecen lo visible; no informan del contexto, de las causas y de las consecuencias de la noticia (es decir, de lo conceptual).
Hay algo que, en todo caso, debe quedar manifiesto: de la ínfima calidad de los telediarios (y de la tv, en general) no es responsable el espectador, sino el productor de la televisión, ya que él produce al consumidor qué quiere ver.
Es muy complicado encontrar un remedio para mejorar la información política. Pero, desde luego, no parece ser la solución un aumento de la competencia entre canales privados. Estados Unidos nunca ha tenido televisión estatal y, sin embargo, los informativos que pueden ver sus ciudadanos son de una calidad deplorable, da igual el canal que se ponga.
Sartori también habla acertadamente del falseamiento de las estadísticas. Los sondeos no suelen mostrar la opinión de los ciudadanos, ni siquiera de las cuestiones que conocen realmente. Por no hablar de la enorme influencia que tiene sobre los sondeos la formulación de un modo u otro de las preguntas. Y si las cuestiones son complicadas, mucho más varían los resultados.
Por tanto, los sondeos no son para nada fiables. En cambio, los políticos son sondeo-dependientes.
La clave de los déficits de estas investigaciones está en que el encuestador, generalmente, no se preocupa por averiguar qué nivel de conocimientos tiene el entrevistado sobre materia en cuestión.
Aparte, es destacable el crecimiento meteórico que está teniendo el fenómeno de los pseudo-acontecimientos. Y huelga decir la preferencia que hay por la agresividad y la violencia.
Como decía al principio del resumen, la pérdida de la capacidad de abstracción supone un empobrecimiento, ya que lleva a desposeer a la persona de la aptitud para distinguir entre lo verdadero y lo falso.
Y como también he mencionado anteriormente, la imagen no contextualiza. De ahí que las mentiras se vendan mejor mediante imágenes. Lo que se ve no siempre se corresponde con lo que es. La capacidad de impronta de la imagen sobre el espectador es muy grande.
Por último, se da un fenómeno bastante contradictorio: a pesar de que la globalización tiende a homogeneizar los gustos, las modas, las ambiciones, etc., la televisión favorece el localismo (en mi opinión, buena parte de la razón se encuentra en el dinero: es mucho más sencillo y económico llenar los telediarios de noticias de sucesos, que cubrir noticias de real interés internacional, como “los conflictos olvidados”).
-La influencia de la televisión en la política es difícil de medir. En todo caso, es claro que tiene un gran peso. Que sea mayor o menor depende del poder que tengan (o no tengan) los periódicos y los partidos políticos. También hay que tener muy en cuenta de si se trata de un sistema presidencialista o de un sistema parlamentario.
Por otro lado, como es lógico, la imagen del candidato es fundamental. Debe “llenar la cámara” y tener un lenguaje muy ambiguo. Ello hace que mucha gente pueda encontrarse en posibilidad de votarle. No se eligen proyectos políticos, sino a personas.
Los candidatos, aunque siguen dependiendo de los partidos políticos, cada vez están más video-mediatizados, y vinculados a noticias mediáticas, no a sucesos realmente importantes. Esas noticias mediáticas atacan a la parte emotiva del espectador, haciendo que se apasione por ellos; pero no se provoca la búsqueda de la reflexión (podría decirse que lo que se busca es la gresca). La pasión le gana el partido a la racionalidad.
-Sartori hace una distinción muy útil: dentro del sistema democrático, por un lado está la titularidad del poder; por otro lado, la capacidad de ejercicio del mismo.
Se trata de una precisión clave, ya que a más capacidad de poder, es necesario que el pueblo sepa más de los asuntos públicos.
De manera que para una democracia más participativa se necesita de una población interesada por la política y que, por tanto, se informe de ella. En fin, una población con capacidad de resolver los problemas políticos. Sin embargo, la sociedad del momento se encuentra muy lejos de este requisito básico: la inmensa mayoría de la gente no tiene interés alguno por la política. Esto nos lleva a la preguntar: ¿tendremos que conformarnos con esta democracia representativa actual?
Desde luego, el deterioro creciente de la educación y la vacía información que suele ofrecer la televisión no ayuda para nada a potenciar la capacidad política de decidir del ser humano.
Ciertamente, el mundo y sus cuestiones se están volviendo más complejos. Y, al mismo tiempo, de nuestra sociedad de video-niños van a surgir adultos de mentes más simplificadas.
Se corre el gravísimo riesgo de dirigirnos hacia un “Gran Hermano tecnológico” (el autor alude a la obra “The machine stops” del escritor inglés Edward Morgan Forster), que está gobernado de forma totalitaria por unas pequeñas élites dotadas de instrucción y de poder.
-Como afirma Sartori, una informatización mayor no conlleva, ni mucho menos, una mayor libertad ni una mayor capacidad de elegir. Un exceso de información, como de hecho se puede constatar en la Web, conduce al rechazo de la información si no hay capacidad racional de elegir.
En este sentido, el politólogo italiano nos describe un mundo casi apocalíptico pero que, realmente, no se aleja mucho de la realidad actual. Un mundo rebasado por el avance tecnológico que está haciendo que la sociedad sea cada vez más crédula. Probablemente, la prueba más fehaciente de ello es la proliferación de videntes, curanderos, sectas, etc.
El autor italiano considera que el mundo de Internet conecta a los hasta entonces dispersos hombres iletrados, formando grandes masas que potencian la ignorancia. En su mayoría, el homo sapiens se ha convertido en un “homo communicans” de lo vacío, del pensamiento insípido. De hecho, afirma literalmente: “la ignorancia se ha convertido casi en una virtud”.
-A pesar de este panorama tan desolador (no puede calificarse de otro modo), Sartori cree que existe una salida para que nuestra sociedad mejore y se regenere: “...el regreso de la incapacidad de pensar al pensamiento...no tendrá lugar si no sabemos defender a ultranza la lectura, el libro y, en una palabra, la cultura escrita”. No puedo más que compartir su enorme confianza en el papel redentor que puede cumplir la lectura. Desde luego, un excelente motivo para ser bibliotecario.
El autor defiende que la reacción a esta anomia de los jóvenes ha de venir con la escuela y en la escuela, dejando la informática como un adiestramiento técnico (algo que debería quedar bien asentado, Internet y los ordenadores son un medio, nunca deben ser el fin), y dando protagonismo a la cultura escrita.
Muchas reflexiones de G. Sartori pueden ser polémicas pero considero que, en general, tiene razón sobre el mal uso que estamos haciendo de los medios de comunicación (especialmente televisión e Internet), incitados y fomentados por intereses únicamente económicos, al socaire de un capitalismo y un consumismo desatados. Quizá, este sea un buen momento (como otro cualquiera) para pensar qué está ocurriendo: ¿hacemos lo que queremos o lo que determinados poderes económicos y fácticos quieren? ¿conducimos nuestra vida por dónde deseamos o nos dejamos llevar por lo que agentes ajenos desean? Es posible que todo esto suene muy existencialista, pero creo que es algo esencial. Nosotros, cada uno individualmente, debemos tomar la iniciativa, decidir qué democracia queremos y ser críticos con el mundo que nos rodea, construirnos un criterio propio. Como dice Alberto Manguel, no cabe duda de que leer se ha convertido en un acto de rebeldía. Leamos.
Un saludo cordial.
Nota1: utilizo el género masculino de forma genérica para facilitar la lectura, por lo que los sustantivos en forma masculina hacen referencia a personas de ambos sexos.
Nota2: enlace a la biografía de Giovanni Sartori, tomado de la Fundación Príncipe de Asturias. Os recomiendo también a leer o a escuchar el discurso que realizó en la toma del Premio en 2005, en la misma página web. Como siempre, una invitación a reflexionar.
Nota3: divido la entrada en dos partes para que su lectura resulte más fácil.
¿Qué es lo que sabemos?¿Sabemos lo que queremos saber?¿Cómo nos informamos?¿Quién nos informa?¿Sabemos lo que quieren que sepamos?
ResponderEliminarPero si sólo 5 grandes grupos informativos tienen el 90% del poder de la prensa escrita, el 50% de la televisiva y el 60% de la audiencia de radio, el resto está en manos de la administración pública, es decir, del partido político que nos gobierne en ese momento!
PRISA: agrupa a El País, AS, la SER, 40 Principales, Radio Olé, Cadena Dial, Canal +, Canal Satélite Digital, ediciones Santillana,...
CORREO PRENSA ESPAÑOLA: el segundo más poderoso con El Correo, El Diario Vasco, ABC, Telecinco,...
RECOLETOS/UNEDISA: posee El Mundo, Marca, Expansión, Veo TV...
ZETA: El Periódico de Cataluña, Interviú, Tiempo, La Voz de Asturias,...
GODO: La Vanguardia, El Mundo deportivo,...
EL GOBIERNO: tiene a sus pies TVE, la más vista; RNE, la más oída; EFE, la agencia de noticias con mas influencia...
Con la liberalización del sector audiovisual, conglomerados de industrias participan y se nutren de los medios de comunicación, de nuestros medios de comunicación, confundiendo discurso informativo con poder.
No quiero entrar en el discurso de la telebasura o de si el telediario cuenta verdades a medias, cuánta razón lleva este post!
Siempre me resulta gracioso oír la famosa frase: Pertenecemos a la Sociedad de la Información! Entonces grito yo más fuerte: ¡No será la Sociedad de la Desinformación y la Infoxicación!?
Un saludo
Hola Alicia,
ResponderEliminarEn primer lugar, te agradezco mucho tus comentarios. Me he quedado gratamente sorprendido por tu interés por mis últimas entradas. El hecho de que algo que escriba interese aunque sea a una sola persona, me anima verdaderamente a seguir escribiendo. Así que sólo puedo decirte GRACIAS.
Tienes una visión clara y muy formada sobre los grupos mediáticos que dominan la información en nuestro país. Y comparto tu visión de la realidad. Lo más importante es el hecho de pararse a pensar un momento sobre quién nos da la información y qué nos ofrece. A partir de ahí, "sólo" podemos leer las mismas noticias en las diferentes fuentes y sacar nuestras propias conclusiones. El problema que más me angustia es que apenas tenemos tiempo para casi nada. El ritmo de vida que esta sociedad nos imponen no es nada saludable. Pero habrá que campear el temporal como mejor podamos.
Respecto a la razón (y en qué medida) que lleve este post, se lo debo a agradecer a Giovanni Sartori, que analiza el mundo certeramente (en mi opinión) y además lo plasma sobre el papel con claridad meridiana. Yo únicamente he aportado un resumen-reflexión del libro y algunas ideas de mi propia cosecha. En todo caso, gracias.
Prometo visitar tus dos blogs. Es lo menos que puedo hacer. Un saludo cordial.