miércoles, 22 de diciembre de 2010

Las bibliotecas universitarias del Reino Unido ante un futuro complicado

En estos últimos convulsos años, hemos podido observar cómo la crisis económica y sus consecuencias no entienden de países, ni de instituciones, ni empresas, ni de ningún otro tipo de distingo.
Sin embargo, la situación se tensa aún más (si cabe) cuando la capacidad investigadora y de desarrollo de un país se ve en peligro. Esto es lo que está ocurriendo con las bibliotecas universitarias del Reino Unido, como aparece en una noticia de The Wall Street Journal.

El gobierno británico del primer ministro David Cameron ha acometido una serie de reformas muy exigentes para lograr una drástica reducción del déficit público. Entre estas medidas se encuentra una reducción del 40% de los fondos públicos aportados a la enseñanza universitaria. Para compensar esta medida, a partir del próximo año el importe de las matrículas universitarias se triplicará, lo que ha provocado un intenso malestar entre los jóvenes británicos, que hemos podido ver en las multitudinarias manifestaciones recientes que han tenido lugar en el centro de Londres.

En medio de este nada halagüeño panorama, se encuentran las bibliotecas universitarias británicas, con crecientes limitaciones presupuestarias y un futuro muy incierto. Y, para colmo de males, las editoriales científicas les exigen un aumento del 3 al 6% del precio de las suscripciones a las revistas científicas. Este hecho ya ha comenzado a ser denunciado por las bibliotecas universitarias y de investigación, que han realizado un comunicado pidiendo a las editoriales que reconozcan la realidad de los presupuestos actuales y que, por tanto, moderen sus precios. En caso contrario, el Consorcio de bibliotecas de investigación británicas ha afirmado que se verá obligado a cancelar un importante número de suscripciones, lo que comprometerá gravemente la capacidad investigadora del Reino Unido.

El portavoz de la editorial John Wiley & Sons ha reconocido el futuro incierto que se ciñe sobre la financiación de las bibliotecas, a causa de la recesión económica. Al mismo tiempo, cree que esas declaraciones públicas de las bibliotecas son un instrumento eficaz de negociación (como un modo para restar importancia a la realidad de los últimos años, con constantes subidas de precios). A continuación, se comprometió a que Wiley trabajará con los clientes para salvar las reducciones presupuestarias y afirmó que tienen un historial de compromisos similares.

El portavoz de Reed Elsevier también se comprometió a trabajar con las bibliotecas del Reino Unido y afirmó que tratan de reducir los costos de las mismas mediante el trasvase de las suscripciones impresas a las electrónicas.

El mundo de las suscripciones a revistas científicas es proceloso y muy complicado, como muchos de vosotr@s sabréis, ya que la reducción de costes con el paso a la versión electrónica de las revistas es muy discutible, acompañado del problema de que la versión electrónica sólo implica el acceso a la misma, no su propiedad. Por tanto, cuando una biblioteca decide que no renueva la suscripción a un determinado título, deja de tener acceso tanto a los números nuevos como a los antiguos (que sí suscribió).

Por otro lado, se encuentra la compra de paquetes de revistas electrónicas, que reduce el precio por revista, pero que tiene el inconveniente de integrar revistas relevantes así con revistas poco importantes. Quizá en otro post retome este tema de las suscripciones electrónicas, que es muy extenso y complicado.

La clave principal de los problemas de las bibliotecas universitarias y de investigación se halla en la afirmación del analista de medios Claudio Aspesi: no se puede asumir como algo eterno un aumento de los precios más rápido que el del presupuesto de los clientes. El señor Aspesi estima que los precios de la suscripción a los paquetes electrónicos han tenido un crecimiento superior a la inflación anual, en torno al 4,5 y 5,5%. Esta situación sólo podía mantenerse, con muchas dificultades, en años de bonanza económica. De hecho, el Consorcio SCONUL (Society of College, National and University Libraries) aumentó su gasto a un ritmo del 4% anual entre 2004 y 2008. Sin embargo, en cuanto el panorama económico ha empeorado, el problema ha salido a la luz con toda su crudeza.

En todo caso, no se trata de un problema que sólo afecta al Reino Unido, es una problemática mundial que preocupa a todos los países europeos (desde luego, también a España), a Estados Unidos, incluso también a China, donde un grupo de más de 30 bibliotecarios de las mejores universidades del país han denunciado que algunos editores les proponen incrementos de los precios superiores al 14%, tras aumentos del 10% en los últimos tres años. Y ya sabemos que la economía china no está precisamente en crisis. Pero tales incrementos son inasumibles, incluso para la mayor economía emergente.

Las bibliotecas siempre están en una situación de crisis. Sin embargo, concretamente las bibliotecas universitarias y de investigación hacía mucho tiempo que no se encontraban en una situación tan complicada que, como hemos dicho antes, no sólo compromete el futuro de sus colecciones, si no también el de la investigación y el desarrollo de los países. Habrá que seguir la evolución de esta problemática, ya que su resolución no parece estar cercana ni ser sencilla, dados los intereses contrapuestos.

Nota: enlace al artículo original publicado en The Wall Street Journal el 25 de noviembre de 2010, escrito por Paul Sonne.

2 comentarios:

  1. Cruzemos los dedos....
    Espero que en España no lleguemos a eso y se mantenga la enseñanza publica si no nos vemos como hace 30 años, que solo estudiaban los niños de papá....

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  2. Gracias intiresnuyu iformatsiyu

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